Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Por aquello del nuevo año chino de la rata o del sabor que debe tener la sopa de murciélago, hay que aceptar que nos tienen rodeados. Hay viviendas en la que hay más animales por metro cuadrado que en el zoológico, habida cuenta de la comuna entre gatitos, canarios, lagartos, hámsters y demás especímenes de devoción animal. Esto sin contar, inquilinos auto invitados como son las cucarachas que nos acompañan bajo nuestros pies a modo de guardianes del ciclo del nitrógeno, las hormigas o los mosquitos, moscas y demás insectos que revolotean en nuestras orejas en noches de insomnio. Hay personas que tienen más y mejores relaciones con sus mascotas que con sus allegados, lo que indica el alto nivel de interacción entre especies. Hay humanos que hablan más con sus animales domésticos que con sus familiares, claro ejemplo de diálogo de sordos elevado a la condición de comunicación verbal unidireccional. Hay perros o gatos que pasan menos frío con sus vestiditos cortados a medida que muchos de los sintecho que sobreviven estos días, lo que indica la enorme desigualdad en el mundo del corte y confección. Hay quienes no tienen más contacto con el exterior que cuando hay que salir a pasear un perrito a hacer sus cosas, lo que es el mejor ejemplo de cordialidad existente cuando las cosas se hacen con empatía entre especies. Hay quienes tienen el frigo dedicado más a congelados, salsas y latas para animales domésticos que, para guardar alimentos de la dieta mediterránea para personas saludables, hecho que indica el variopinto criterio de ocupación de espacio que cada ser humano hace de sus alacenas en función de sus gustos. Es tanto el protagonismo alcanzado que San Antón se está frotando las manos ante tanto trabajo acumulado por la soledad humana. Aunque si le preguntáramos al toro de lidia, otro gallo cantaría.

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