Crónica Personal

Pilar / cernuda

La abdicación

CONMOVEDORAS las palabras del Rey en las que anunciaba su abdicación. Conmovedoras porque significaban el fin de una época, la retirada de un hombre que ha llevado con mano firme el Estado durante casi cuarenta años. Conmovedoras porque don Juan Carlos daba un paso atrás porque creía llegada la hora del relevo generacional como él mismo explicó, pero también -era fácil adivinarlo- porque el cuerpo, las piernas, no le responden como a él le gustaría, aunque no ha perdido un ápice de lucidez. La que le ha llevado a tomar la decisión de abdicar para que la sucesión se haga de forma serena.

Los Reyes se han ocupado personalmente de que el heredero, que dentro de pocas semanas será Felipe VI, esté perfectamente preparado para asumir sus funciones, sus responsabilidades. El Rey puede retirarse a sus cuarteles de invierno seguro de que la Institución dará la talla, el nuevo Rey ejercerá su papel con la altura de miras que se espera de él, y colocará el nombre de España en el lugar que le corresponde, muy arriba. Donde él lo ha dejado después de casi 40 años de reinado plagados de dificultades, en los que tuvo que suceder a un dictador, poner en marcha una democracia, capitanear profundos cambios sociales e incluso desarticular un intento de golpe de Estado.

La abdicación provoca sentimientos encontrados. Es el adiós de un gran español al que las generaciones jóvenes todavía no reconocen mérito porque cuando nacieron encontraron todo hecho, pero al que tienen mucho que agradecer. La Transición se habría hecho en cualquier caso, pero España habría tardado más tiempo en convertirse en una democracia plena sin el diseño previo que había hecho don Juan Carlos de esa Transición. Probablemente en lugar de la reforma la clase política habría apostado por la idea inicial de la ruptura, convulsión que abortó el Rey a través del diálogo con todos los dirigentes políticos. Todos.

Ha sido, es todavía, un Rey singular. Muy español en su carácter, llano, cercano, extrovertido, pero estricto con los principios. Dijo en una ocasión Felipe González que sólo quienes han tenido responsabilidades de gobierno conocen el valor del papel de don Juan Carlos, su capacidad de negociar en situaciones límite, el apoyo generoso y personal en los momentos de crisis, su disposición permanente para ayudar, contactando con reyes y presidentes de otros países para resolver un conflicto, sin ponerse nunca medallas por esa gestión. Nos deja en buenas manos.

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