CATAVINO DE PAPEL

Manuel Ríos Ruiz

Se acrecienta el ámbito de las apuestas

LOS jugadores empedernidos, los afectados por la ludopatía, están boquiabiertos de contento, porque se amplía enormemente el ámbito de las apuestas. Sí, mientras que se les aconseja no apostar en las casas de apuestas instaladas en internet, porque no pagan impuestos, se les publicita a bombo y platillo la creación de casas de apuestas que una empresa viene abriendo en la península ibérica.

La primera ya funciona en el madrileño bingo Canoe, en pleno Paseo de la Castellana, junto a la Torre de Europa y el Estadio Santiago Bernabeu. Con un programa enfocado a la actividad deportiva y con premios que puede alcanzar el medio millón de euros. Es la mayor casa de juego del continente europeo. Las posibilidades que ofrece para poder perder o ganar dinero es muy variada, siguiendo el modelo inglés. Lo mismo se puede apostar por el resultado de un partido de fútbol o de rugby, que arriesgar los euros por el ganador de una competición de atletismo. Incluso por el número de tarjetas que mostrará determinado árbitro o por quien será el futbolista que marque el primer gol de la jornada.

De tal manera están abiertas las opciones, que los aficionados al billar, al ciclismo, al tenis, al frontón, etcétera, tienen la ocasión de apostar en torno a su deporte favorito. Y se anuncia que en poco tiempo hasta se podrá apostar por el devenir de una serie televisiva o el resultado de un concurso, solamente quedarán excluidos los temas políticos y religiosos. Los demás pueden ponerse en los paneles de apuestas, con el siguiente aliciente: la apuesta mínima es de veinte céntimos, una cantidad al alcance de cualquiera y que puede dar lugar, en caso de acierto, a obtener un premio equiparable a más de ochocientos millones de las antiguas pesetas.

Partiendo de estas premisas, no puede extrañarnos que la empresa en cuestión haya programado la inauguración de setenta casas de apuestas solamente en la Comunidad de Madrid, para seguir por el País Vasco y continuar por otras autonomías. Para ello cada socio ha invertido diez millones de euros, para cubrir la cuantía de los premios en los primeros tiempos de las apuestas,

Para muchos, ganar no lo es todo: es lo único, se ha dicho con cierta seguridad. Y también se ha concluido, que quien más tiempo aguarda, más seguro está de ganar. En fin, cada jugador tiene su intuición y su deseo, de ahí que el mundo de las apuestas tenga tantísimos adeptos a las quinielas, a la primitiva, a la lotería, a los cupones, a las ruletas, a las rifas clandestinas, a las máquinas tragaperras y a las partidas de mus con dinero sobre la mesa. Los jugadores empedernidos pueden estar apostando hasta suicidarse, porque según nos advirtió el mismísimo Julio Verne (1828-1905), "un inglés no bromea jamás cuando se trata de una cosa tan importante como una apuesta." (Véase "La vuelta al mundo en ochenta días").

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