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La columna

Begoña García / González-Gordon

Al alimón

EL próximo viernes no seré yo, sino el poeta Pedro Sevilla quien se encargue de rellenar las líneas delgaditas de esta columna.

Pero no teman (qué creída), no me voy. No abandono esta sección que tan buenos ratos, escribiendo, me ha hecho pasar. Al menos, no del todo. Dejándome llevar por esa vena torera, que nada tiene que ver con el valor sino con las ganas de salir corriendo, he decidido apartarme. Sólo que, en vez de dar la espantá del todo, he optado por torear al alimón, compartiendo esta columna con la que he estado dando capotazos desde septiembre de 2004.

En ningún sitio debe uno apalancarse. Pero irme no me hacía feliz, nada feliz. Una pena grandísima me daba, de hecho. Así que resolví el dilema con una fórmula que suele ser infalible: la del ni para ti, ni para mí, que buena falta le hace al trágico conflicto Palestino-israelí, y ya me disculparán el pareado. Escribir al alimón ha sido una forma de irme y quedarme, de nadar y guardar la ropa, en la que mi natural manso suele recogerse en tablas.

Así que, a partir de ahora, compartiré capote con Pedro Sevilla. Una semana él y otra yo. O la cadencia que vaya pidiendo nuestra torería. Las historias de Pedro les van a gustar, seguro. A la gente de mi cuerda, por lo menos. Tiene el mirar de color cielo. Su visión de poeta se esconde tras un burladero, del que sale para enseñarnos un mundo pasado por un doble tamiz azul: el de la poesía, y el de la trascendencia.

Este Diario se encargará de hacer, en su momento, supongo, las presentaciones pertinentes, ilustrándonos con sus datos biográficos. Pero yo quiero aportar uno, que seguro que no figura en su biografía: su condición de hombre bueno. Que no es cualquier cosa. En los tiempos que corren, hace falta que afloren los hombres (monsergas de género aparte) buenos. En la política, en las instituciones, en los periódicos, en todas partes. Para que nos alumbren.

Deseando estoy contemplar, desde mi tendido de lectora, las faenas de Pedro. Sus capotazos de bondad a las embestidas de este tiempo tan amargo.

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