Las altas cargas

Irene Montero ha logrado un hito antiparitario a la altura de los ministerios de Arabia Saudí

Nuestra Ministerio de la Igualdad, como el Ministerio de la Verdad (en neolengua: "Miniver") de la novela de Orwell 1984, tiene como minucioso objetivo lo contrario de su nombre. Su flamante ministra Irene Montero, señora de Iglesias a todos los efectos, ha decidido, quizá para resarcirse, que los altos cargos de su negociado serán mujeres siempre. Estamos ante un hito antiparitario que alcanza los porcentajes de los ministerios de Arabia Saudí, pero al revés.

Lógico desde el momento en el que sobran los hombres hasta para las relaciones sexuales. Ni las míticas Amazonas llegaron a tanto como lo que sostiene Beatriz Gimeno, nueva directora del Instituto de la Mujer. Para ella, la heterosexualidad (que es la sexualidad feliz de la inmensa mayoría de las mujeres de España) es negativa y violenta.

Cabe tomárselo a chacota; pero hay un drama de fondo en todo esto que describe con gran energía Éric Zemmour en su libro El primer sexo (2006). Con los datos en la mano, se comprueba que los hombres también tenemos problemas muy graves en la sociedad contemporánea occidental. No sólo de desigualdad, como demuestra el mismísimo Ministerio de Igualdad (el "Minigua") que, en perfecto lenguaje inclusivo y entrecruzado, reparte los altos cargos a ellas y las altas cargas a ellos; sino de asunción de la propia condición. Padecemos una erosión de la naturaleza masculina que Zemmour va enumerando: el índice de suicidios, la paternidad cuestionada; las virtudes más típicamente viriles en entredicho incesante e irrisión pública; la inseguridad psicológica, la consiguiente falta de modelos, etc. Coste personal aparte, el social (de los hijos, de las mujeres, de la sociedad en su conjunto) deviene incalculable, pero no importa a casi nadie.

A los más perspicaces y valientes sí, como Massimo Recalcati, que ha escrito un libro cuyo solo título (¿Qué queda del padre? La paternidad en la época de la hipermodernidad) contiene más verdad que el chorreo de demagogia de los "Minivers" y "Miniguas".

Todo nos aboca al heroísmo que anunció Charles Péguy: "Solo hay un aventurero en el mundo moderno, como puede verse con diáfana claridad: el padre de familia. Los aventureros más desesperados son nada en comparación con él. Todo el mundo moderno está organizado contra ese loco, ese imprudente, ese visionario osado, ese varón audaz que hasta se atreve en su increíble osadía a tener mujer y familia".

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