EL congreso nacional del Partido Popular se acerca sin que se concreten las actitudes críticas hacia su actual líder, Mariano Rajoy, en una candidatura alternativa. Actualmente es el diputado Juan Costa el único que sigue deshojando la margarita de su presentación, aunque cada día que pasa tal posibilidad se va diluyendo por carecer de los apoyos mínimos necesarios y por el respaldo logrado por Rajoy de la mayor parte de los barones territoriales, con la excepción, ciertamente notable, de la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre. Los más relevantes críticos a Mariano Rajoy, fracasada la singular operación de deslegitimarle como supuesto traidor a los principios del partido, parecen optar por su desgaste paulatino, a la espera de que caiga si el PP bajo su mando continúa fracasando en las contiendas electorales de los próximos meses: elecciones gallegas, vascas y europeas. Así las cosas, lo más probable es que Mariano Rajoy consiga pasar el rubicón del congreso de Valencia, aunque es evidente que muchos de los que le apoyan lo hacen aupados a la teoría del mal menor porque en estos momentos no consideran viable una alternativa sólida. Aunque gane el congreso, Rajoy va a seguir siendo un líder en entredicho, salvo que, pasado este trance, sea capaz de encabezar la oposición seria, constructiva y moderada que la situación política y la crisis económica vienen exigiendo. No es descartable en absoluto. El mensaje de Rajoy en los últimos tiempos, en el sentido de centrar el PP, alejándolo de las posiciones más extremistas y atrayendo a los sectores sociales moderados y a una mayor apertura a acuerdos de colaboración con otra fuerzas políticas y desechando el aislamiento al que el PSOE le ha venido empujando, es la mejor receta para reconducir al centro-derecha español tras su fracaso en las dos últimas elecciones generales. Cuestión distinta es determinar ya si Rajoy, tras esta labor, volverá a ser el candidato del PP en 2012.