Tribuna libre

Antonio García-Figueras / Hermano Mayor De La Hermandad De La Defensión

25 años franciscana

EL 1 de noviembre de 1987 la Orden Capuchina concedía el título de Franciscana a la Hermandad de la Defensión, siendo Guardián del convento el sacerdote fray Alberto de Galaroza y hermano mayor, Francisco Cómez Mori. En esta concesión hay que destacar el papel principal de fray José de Sanlúcar, por entonces de comunidad en el convento de Jerez. La credencial, que está expuesta en el salón de actos de la casa de hermandad, está firmada por el entonces Secretario General de la Orden, fray Saturnino Ara y por el ministro general, fray Flavio Roberto Carraro. La concesión del citado título no hacía más que dar carácter oficial a un carisma que la Hermandad asumió como propio desde su fundación.

El 30 de octubre de 1959, el Arzobispado de Sevilla, por Decreto de su vicario general, Emilio Aguilar, aprueba la erección canónica de la Hermandad en el convento de Padres Capuchinos, perteneciente por aquel entonces a la parroquia de Santiago. Es pues evidente que, desde su fundación, la hermandad ha estado estrechamente vinculada a la Orden Capuchina y por ende, a nuestro seráfico padre San Francisco de Asís.

La presencia de la Orden y de nuestro titular san Francisco en la hermandad, se testimonia en varios enseres. Desde la TAU que porta un servidor precediendo a la cruz de guía, pasando por el propio escudo de la corporación, donde se refleja el "abrazo de san Francisco, hasta el relicario del "Lignum Crucis" en el que aparece la figura del Santo, al igual que en una de las esquinas delanteras del paso de Cristo. En los estatutos se refleja que la hermandad celebrará durante los días 2, 3 y 4 de octubre, solemne triduo a san Francisco de Asís y la bolsa de caridad lleva también su nombre. En definitiva y como no podía ser de otra forma, el franciscanismo inunda la historia y el espíritu de esta hermandad desde sus inicios.

Durante todos estos años muchos han sido los frailes que han pasado por esta comunidad de Jerez. En las relaciones con ellos en todo momento ha reinado una exquisita cordialidad, el respeto y el cariño han estado siempre presentes, haciendo la convivencia fácil y ejemplar. Como en toda buena familia también se han vivido momentos de cierta dificultad, como fue el caso de la apertura de la puerta grande de la iglesia para que saliera el paso de Cristo.

No hay palabras suficientes para expresar el profundo agradecimiento que esta hermandad siente hacia la Orden Capuchina y en especial hacia la comunidad de Jerez. Su actual guardián, fray Antonio Ruiz de Castroviejo Alba, es el custodio de nuestras devociones y como buen anfitrión que es, su trato desprende una delicadeza especial. Siempre ha estado con nosotros, como un buen amigo. Presente en los buenos momentos, pero también en los malos.

Como el buen pastor con sus ovejas, así es la relación entre nuestro director espiritual, el sacerdote fray Alfonso Jiménez Santos y la hermandad. Preocupado siempre para que demos testimonio de buenos cristianos. Gracias también a fray Ricardo de Córdoba, fray Miguel de Sanlúcar, fray Alejandro de Málaga, fray Miguel de Cantillana y a José Antonio Franco, por su benevolencia a la hora de disculpar nuestras intromisiones en la vida conventual.

Esta hermandad de la Defensión que me honro en presidir, lleva orgullosa desde hace veinticinco años el título de franciscana, con los derechos y deberes espirituales que ello conlleva. Por todo ello, elevamos plegarias a nuestro seráfico padre san Francisco de Asís, para que nos dé fuerzas para imitar su proceder y nos guíe en el difícil camino de la vida.

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