100 años más

Si llego a sospechar tanta nobleza, me hubiese apuntado a tocar la pandereta en mis tiempos de estudiante

Joan Subirats, ministro de Universidades en este gabinete de camarote de los hermanos Marx, ha declarado que la tuna no es "una tradición a conservar". Le ha regalado cien años más de vida. El retro efecto lo hemos comentado aquí con don José María Pemán, cuya feroz cancelación le ha valido de promoción. Se le publica como novedad. Acabo de enviar un prólogo para la inminente reedición del Señor de su ánimo (1948), una de sus novelas más románticas y combativas.

Con la tuna va a pasar lo mismo. Como institución universitaria no vivía sus mejores tiempos, sin gran protagonismo en la vida universitaria. Habían cambiado los usos y costumbres. Hoy la música está al alcance de un clic y, si vas a rondar a unas chicas, lo más probable es que ellas hayan salido y que la tuna se encuentre como el gato que está triste y azul.

Era una hermosa decadencia pintoresca, por supuesto, con sus trajes de Tirso de Molina y sus resabios pícaros. Los tunos solían ser los más vetustos universitarios y eso era un símbolo, como que sus canciones sean parte de una vaga memoria sentimental.

La cancelación del progresismo lo va cambiar todo. El trajecito como de boy scout del XVI se va a convertir en calzas y capas de mosquetero. Gracias a Subirats, acabo de enterarme de que la tuna ya sale nombrada en las Partidas de Alfonso X el Sabio y también en los versos del Arcipreste de Hita. Si llego a sospechar tanta nobleza, me hubiese apuntado a tocar la pandereta en mis tiempos de estudiante.

Conservadurismo es lo que había: un lánguido mantenimiento de una bonita tradición a base de sentimentalidad y sentido del humor, propio y ajeno. Desde la súbita aparición de Subirats, los tunos se transfigurarán, de apacibles conservadores, en fieros reaccionarios. El espíritu lo resumí en un aforismo: "Conservador en lo que todavía te dejen; reaccionario en lo que no".

La reacción es más atractiva aún y mucho más juvenil, por lo que este nuevo tic totalitario gubernamental tendrá el efecto de despertar tonificantes pasiones tuniles, tunantes y tuneras. La rebelión y la libertad son dos magníficos polos magnéticos. Ese halo romántico, un poco apolillado, que ya tenía la tuna se va a electrificar. Una institución tan natural e históricamente orientada al callejeo, a la risa goliardesca, a la nocturnidad y a la alevosía va a disfrutar de lo lindo poniéndose las cancelaciones por montera. Clavelitos, clavelitos.

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