Crónica personal

Pilar Cernuda

Las antípodas

NADA, no hay nada que hacer, están en las antípodas. Ni pacto de Estado ni gaitas, a Zapatero y a Rajoy les separa todo excepto que se expresan en la misma lengua y ninguno de los dos sabe inglés. El debate sobre la situación económica demostró que donde Zapatero dice A Rajoy dice B y, mal que le pese a Zapatero, en estos momentos de la legislatura tiene más credibilidad la B de Rajoy que su A, porque es repetitiva y porque no hay ni un solo argumento que demuestre su efectividad.

Zapatero, nada más salir, lanzó tres o cuatro frases de un optimismo tan exagerado que el resto de su discurso quedó ya en entredicho. Luego reconoció que las cosas no iban tan bien, pero echó la culpa, como siempre, a la crisis internacional y a la burbuja inmobiliaria. Lo de siempre, dejà vu, ni una sola idea nueva excepto que Moody's nos acaba de poner buena nota. Pues qué bien. Lo que ocurre es que meses atrás, cuando la puso mala, el propio presidente dio a entender que su consideración por los análisis de ese tipo de agencias de calificación era poco entusiasta. Y hablando de entusiasmo, incluso Zapatero tuvo que advertir que ni siquiera los suyos le apoyaban con excesivo frenesí; si no fuera porque Fernández de la Vega empezó a a aplaudir un par de veces y se puso de pie al final la intervención de Zapatero, aquello se habría convertido en un monólogo sin interrupciones.

Rajoy ofreció un pacto importante sobre la reducción del gasto de las administraciones públicas -que rechazó Zapatero- y se mostró dispuesto a negociar los dos pactos de Zapatero, Educación y Justicia, siempre que no se subieran los impuestos. Que van a subir ahora lo ha dicho Zapatero nada menos que en un debate parlamentario de envergadura, después de tres semanas de que sí y de que no. Una vez más se demuestra que el discurso que hay que tener en cuenta, siempre, es el de José Blanco. El sí sabe lo que se cuece.

Y en esta ocasión Rajoy ha presentado propuestas, aunque los socialistas volvían a decir que el líder de la oposición no ofrecía alternativas. Pues sí lo ha hecho. Y además estuvo contundente, y habría sacado los colores a Zapatero al enumerar sus contradicciones si no fuera porque a este presidente nada ni nadie le saca los colores, mantiene su sonrisa inalterable incluso cuando le están dando hasta en el carnet de identidad. Que le dieron todos, por cierto. Todos. Y es que, aunque diga que no estamos peor que los países europeos de nuestro entorno, lo estamos, y los portavoces de los partidos de la oposición lo saben. Y aunque diga que hay que pagar más impuestos para incrementar las prestaciones sociales los españoles saben que las grandes fortunas no pagarán ni un duro más, sino la clase media, y además ese dinero no estará destinado a gastos sociales sino a pagar la deuda del inmenso gasto público.

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