El aprieto

Estaría mal que no escribiese hoy mi artículo, pero mucho peor que lo escrito no aportase nada de nada

Como he tenido un día difícil (por feliz) con muchas llamadas de felicitación y sorpresas de cumpleaños, no he escrito nada ni pensado más que en la muy meditabunda edad ni me he reconcentrado en las noticias hasta extraer la mala sangre necesaria para escribir una columna. Tampoco he adelantado las otras cosas que tengo pendientes para esta semana, aunque he escrito a mis editores pidiendo una prórroga: por piedad. Voy a hacerme una carta tipo suplicando unos días más sobre la fecha de entrega, y así me ahorro el trabajo de escribir lo mismo cada dos por tres.

Con la columna del periódico no hay prórroga que valga, porque para algo nos llamamos Diario. Lo que en noches como ésta, rima con "calvario". Aquí no cabe recurrir al comodín del aplazamiento. El único incomodín es el estiramiento. Coger la vieja idea de que hoy no voy a poder escribir el artículo, pero escribiéndolo, y darle a las teclas a ver si llegamos a las cuatrocientas veinte palabras a cuenta de exprimir la paradoja, y ya mañana será otro día más cartesiano.

El patrón de este mecanismo fue Lope de Vega y aquel soneto que le mandó hacer Violante. Lope, con lo que era Lope, en su vida se había visto en tal aprieto. Pues fíjense yo, que soy García. Claro que la prosa y la libertad de no tener que andar rebuscando rimas consonantes permiten que uno abrigue cierta esperanza mediocre.

Podría acogerme al patronazgo de Pedro Sánchez que, con menos fundamento aún que yo y con ninguna idea y, por supuesto, sin rima ninguna, está dispuesto a alargar su legislatura, aunque no tiene grandes cosas que hacer, más que prolongarla. Lo que pasa es que prefiero acogerme a Lope, por la gracia.

Los he contado y llevo cuatro párrafos, que viene a ser el equivalente de los cuartetos de un soneto. Los tercetos son más cortos, pero hay que ir concretando, porque mal está que yo no cumpliese con la empresa y no mandase mi artículo de cada día, pero mucho peor estaría que usted acabase este artículo con la sensación de que no le he aportado nada de nada.

Ahora bien, si yo no sé qué hacer para este artículo, imaginemos cómo tienen que estar Juan Marín y Juan Manuel Moreno con la Junta de Andalucía enterita viniéndoseles encima. Seguro que cuando se fajen, nos van a dar unas columnas salomónicas estupendas. Mientras, estamos todos en un compás de espera. Por lo menos, contad si son cuatrocientas veinte palabras, y está hecho.

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