Es evidente que una de las principales características del Marco de Jerez es el origen de todo. El terruño del viñedo. Esa tierra albariza privilegiada, con tantísimos años de antigüedad y rica en minerales que la hacen idónea para el cultivo de la vid. Además, influenciada por el Atlántico y por los vientos, según la altura del mismo. Esto ha sido siempre así y, sin embargo, con el paso de los años el Marco ha ido perdiendo grandes superficies de viñedo. Arrancando. Arrasando y dejando el número de hectáreas hábiles al cultivo en números muy bajos respecto al pasado. De hecho, una gran mayoría de Bodegas no posee viñedo propio. ¿Con la dilatada historia de esta zona única en el mundo es ahora cuando nos hemos dado cuenta de la importancia del origen? ¿Se está reactivando realmente el viñedo tal y como se habla constantemente? Es verdad que hoy los pagos empiezan a tener relevancia y que los vinos nacidos por zonas toman algo de importancia. Pero, ¿al nivel que esta tierra necesita?. En primer lugar, ya es hora de que se generalice el valor de la uva por calidad y no por cantidad. Una práctica - la de la cantidad - que hace un flaco favor al Marco de Jerez. Por otro lado, nunca es tarde si la dicha es buena; es decir, ya toca que las bodegas apuesten de verdad por el viñedo, comprando tierra y plantando. Solo de esta manera podríamos denominar que existe 100% Jerez. No solo palomino, sino el resto de variedades admitidas por el Consejo. O bien aquellas para blancos o tintos que funcionan tan bien para vender y explotar mucho mejor la grandeza que poseen los vinos de la Tierra de Cádiz. Una apuesta firme, solo mirando atrás para ver lo que no hay que hacer, y buscando invertir en la calidad. Hay algunos proyectos, sí. Pero minorías. Apuesten de verdad. Materia prima de excelente calidad hay. No será por eso. Que las palabras saben todos que se las lleva el viento, de levante.

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