Cuarto de Muestras

Y se armó el belén

A Carmencita Calvo se le leía en su rostro aquello de "hoy no se fía, mañana sí"

Aquí estamos Pedro y yo luchando. Él, por formar gobierno, yo, por terminar su biografía apócrifa. En ambos casos nos puede la responsabilidad de nuestro cometido.

Cuentan que a Sánchez le nació la vena política y el saber sobreponerse al infortunio en un belén viviente del colegio. Sí, estaba previsto que el niño con mejor nota fuera San José y, por esas carambolas que tiene la vida, el empollón se puso malo la víspera y Pedro se postuló para sustituirle. Como las cosas importantes de la vida nunca son fáciles, llegado el día de armar el belén el empollón apareció por el colegio con destemplanza, pero vestido de San José de forma impecable.

Pedrito Sánchez recurrió a los pastores que eran todos niños del montón de la clase, lo que hoy sería la militancia, para reivindicar su derecho a ser San José. Carmencita Calvo, la posadera por absoluta vocación pues ya de niña se leía en su rostro aquello de "hoy no se fía, mañana sí", se puso de su lado con una mirada entre desdeñosa y desafiante que se le quedó para siempre. Susanita Díaz que era la castañera del belén, quedó muy mal con su clase. Quiso ser delegada y representante sin serlo y, aunque caía bien a ciertos profesores, la mayoría no la soportaba por trepa. Iceta vestido de ovejita llamaba a la concordia e intentaba sin fortuna conseguir que en el belén hubiese dos San José. Alguien tuvo la idea tradicional pero poco elegante de colocar un caganer entre unas ramas de lentisco, lejos del portal. Le tocó a Carlitos Puigdemont que, antes de bajarse los pantalones en medio de todos, decidió escaparse para siempre del colegio. Pablito Iglesias quería ser el niño Jesús, pero sin cortarse la coleta, y claro, a ver dónde se ha visto un niño en pañales con una coleta rizada de dos cuartas. Él hablaba de inclusividad, de discriminación positiva y de todo eso. Además, quería que el portal estuviese no en un pesebre sino en una casita con todas sus comodidades y detalles.

A Rivera lo pusieron a pescar y estaba contento porque sabía que por una orilla o por otra tendría su ganancia. Casado se contrarió porque lo habían puesto de pastor durmiente durante toda la representación y claro, eso, aunque cómodo, no resulta lucido. A Abascal lo vistieron de Herodes y pese a que el disfraz era bien bonito y le quedaba como un guante también protestaba porque decía que él era bueno y sería incapaz de matar a un niño. Y se armó por fin el belén.

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