EL Primer Concilio Internacional Ateo se ha desarrollado en Toledo después de muchas reticencias por parte de las autoridades civiles y religiosas de la ciudad. Han sobrado ciertos actos irreverentes más propios de un concilio de herejes o de delirantes satánicos que de ateos cultos, quienes, por lo general, son gente seria. Los tipos de ateos son muchos. Está el ateo por ignorancia, carente por completo de interés, pues su rasgo principal no es ser ateo sino ignorante. Está el que ha cambiado la fe en una religión por la fe en una ideología, que no es ateo en sentido estricto en cuando que ha dado formas religiosas a unos planteamientos que deberían ser sólo laicos y civiles, entre ellos están comunistas, socialistas y laicistas, aunque en sus filas haya creyentes. Está el ateo científico, que tampoco lo es, o no lo es necesariamente en la intimidad, lo que pasa es que la Ciencia no cuenta con Dios en sus investigaciones si se enfrenta a un asunto inexplicable.

Aparte de la ironía de llamar concilio a la reunión y celebrarla en una iglesia, los ateos cultos e inteligentes, como es el caso de Gonzalo Puente Ojea, embajador que fue ante la Santa Sede, autor de interesantes libros y participante en el concilio, son teólogos (ateólogos, si se quiere) que terminan, como siempre que se estudia a Dios para demostrar o negar su existencia, en la Nada. Ya hemos comentado aquí la idea medieval, adoptada por los astrofísicos actuales, de que la Nada debe ser algo sin dejar de ser nada, porque el cerebro humano no puede concebir una nada absoluta. Teólogos y ateólogos buscan a Dios para encontrarlo con entidad distinta, o en la cumbre misteriosa de su gloria o en forma de partícula original desconocida de donde parte todo lo creado, quizá por una voluntad arcana; pero que, una vez desencadenado el proceso, el principio creador no controla nada: los universos nacen y se multiplican por sí solos.

Las religiones son formas de ordenar la sociedad y darle códigos morales, aparte de intentar explicar los misterios más inexplicables. El cristianismo, pasado por el pensamiento griego y la perfecta organización política romana, es un humanismo que no ha dado más que religiones y el ateísmo es una de ellas, lo mismo que lo son el marxismo, el anarquismo, el socialismo utópico, el comunismo romántico y los fascismos estéticos de la primera hora, el laicismo, el pacifismo, el ecologismo y, para no alargar la lista, la lucha contra el cambio climático. Cuentan con todos los elementos de una religión: fe, moral, sacerdotes, pontífices, escrituras, dogmas, santos padres, liturgia, eucaristía, inquisición, integrismo y, cuando lo hay, fanatismo. No se pueden privar de nada porque no podían nacer sin entretejerse en el cristianismo humanista, que no es sino la pervivencia de la cultura clásica que hizo a Europa y al mundo.

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