En el juego de los pactos, hay faroles y órdagos, pero la clave, porque esto sigue siendo política, estriba en la legitimidad de las posturas. Quien no es capaz de transmitir que tiene una posición clara, honrada con sus electores y coherente con el sentido común, se debilita con relativa independencia del número de sus votos. Por esto, cuando Ciudadanos tuvo el desplante chulesco, tras el pacto en Andalucía, de vacilar con que el firmado entre PP y Vox era "papel mojado" cometió un error a medio plazo.

Siempre que uno vacila termina, antes o después, vacilando en su posición. En este caso, el "papel mojado" ha salpicado o ha escurrido y ahora Cs tiene la pólvora mojada. ¿En qué sentido? No en el aritmético, por supuesto, sino en el de que, a cada nuevo intento suyo de esquinar a Vox a la andaluza, incluso en la misma Andalucía, los de la derecha ya no tienen más que recordar lo del "papel mojado" para que la opinión pública, votantes suyos o no, entiendan que esta vez vayan a los pactos con el secante preparado, exigiendo negociaciones frontales (en todos sus sentidos) e incluso puestos ejecutivos con su consiguiente presupuesto asignado. Nada seca mejor los papeles mojados que el presupuesto y el poder efectivo.

También podría haberse callado Ciudadanos sus grandilocuentes reparos a la formación verde. Si ahora tiene que ir recogiendo velas, como parecen indicar los últimos movimientos, va a quedar muchísimo peor que si no hubiese contribuido a demonizar a la derecha y a amagar cordones sanitarios. Al PP, más callado, se le nota menos.

Es un caso de libro de cómo unas palabras de más y unos aspavientos exagerados pueden terminar afeando una gestión que, en realidad, está siendo beneficiosa para los naranjas. Por ahora, han conseguido varias presidencias de parlamentos regionales, que tienen su peso institucional y su capacidad de maniobra política, y están rentabilizando su peso electoral.

Aconsejé a Rivera que surfeara los resultados sobre una tabla Excel para sacar el máximo rédito a sus votos. Parece que está llevando su contabilidad, mirando a ambos lados y primando la regeneración real de nuestro sistema. Lástima que no le dijese que, mientras se agarraba a su tabla Excel de salvación, obviase las declaraciones estentóreas, que luego, si uno se las tiene que tragar, hacen bola. Por la boca muere el pez y, después, cuando se lo tiene que comer, se remata.

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