¿Dónde está la bolita?

Las primarias del PP han sido a tres vueltas y Casado ha ganado al nombrar un comité ejecutivo muy suyo

Soraya Sáenz de Santamaría tiene tendencias trileras. Intentó dar coba a Casado con aquellas insistentes llamadas a extrapolar los resultados de la primera vuelta de unas primarias a dos vueltas. Su truco era bastante burdo, como si un partido de fútbol pretendiese ganarlo quien llegó al descanso con una ligera ventaja. Además, ignoraba que en la primera vuelta hubo otros candidatos cuyos votantes quedarían anulados si no se les diese la oportunidad de reajustar su elección según las reglas previas del juego. Lo sorprendente fue la cantidad de gente que compró esa jugada averiada.

En las últimas horas, Soraya ha intentado otro golpe de muñeca. Exigió al ganador de las primarias que trasladase el 43% que le votó a ella a los cargos del partido. Es como si, en el mismo partido de fútbol, se pretendiese que el resultado fuese 57 a 43 según la posesión del balón. Quiso convertir (¿dónde está la bolita, dónde?) las llamadas a la unidad del Partido Popular en la excusa para lo contrario: una división a la centésima del tanto por cierto entre diversas castas o familias. Ha defendido tanto las cuotas en todas partes que ella quería la suya de poder.

Hay que entender a Sáenz de Santamaría. Se sentirá legitimada a estos trueques porque le han marcado el gol en fuera de juego. ¿O es que acaso Casado no se salió con la pelota por fuera de los límites del campo ideológico del PP y se puso a vender el mensaje de Vox? Es como si, en el famoso partido de fútbol, un jugador se pone a correr por fuera de la banda y ni el árbitro ni el linier pitan y los defensas no pueden interceptarlo (¿dónde está la bola, dónde?) y, en el último instante, se entra en el área, chuta y mete gol. Tantos años escondiendo (¿dónde está la vocecita, dónde?) el discurso de Vox debajo de las alfombras, para que venga uno y lo saque y te saque del campo.

Pero no han colado a Casado tampoco la bolita de la integración. Resulta que las primarias del PP eran a tres vueltas y, en la última, ha dado dos de cal a Arenas y cía. en su nuevo comité ejecutivo. Ahora sí sonó el final del partido del partido y se acabó el regate corto y jugarse en los penaltis resultados, procesos, programas y promesas. Toca que Casado demuestre hasta qué punto iba en serio con sus promesas de las primarias y que el PP empiece a oponerse a Sánchez y, sobre todo, a la ideología socialdemócrata imperante en (casi) todos los partidos.

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