CON MALA UVAla nicolumna

Nicolás Montoya

La bota de los turbiosConejo en su salsa

Es todo un clásico. Los niños de Jerez, de manos de sus padres, acuden a las nevadas del centro comercial 'Los Cisnes', en plena calle Larga. A falta de precipitaciones naturales, estas nevadas artificiales al menos simulan el efecto de los copos cayendo sobre las cabezas. Es algo que agradecen los más pequeños, los padres y los comerciantes, que aumentan así sus ventas. Foto: ALBERTO TORO

Llega fin de año. Doce meses de nuestras vidas que han pasado, y miles de horas que hemos vivido. Parece el momento de hacer balance, tanto personal como familiar, con examen de conciencia y propósito de enmienda incluido. El examen por parte nuestra, para darnos cuenta de que la vida se nos va y que no sirve de nada lamentarse del tiempo perdido. La enmienda le toca, sobre todo, a los que nos gobiernan, porque ya está bien de tan poca empatía con el sufrido ciudadano y tanto gobierno alejado de la realidad.

Decidir por los demás es difícil. No todo el mundo sabe, y quién sabe no parece ser consciente de lo que tiene entre manos. Añadamos, que realmente no somos libres, que las decisiones las tomamos obligados por muchas razones. Y por ello, deberíamos preguntarnos cuales serán las verdaderas razones que tienen los que gobiernan para decirnos si debemos coger el coche o el autobús, si tenemos que comprar en el centro o salir a respirar aires del sur, si nos conviene o no un buen plan local para comprar vivienda o si es mejor comer conejo que otro tipo de ave.

El talento también consiste en saber no meterse en berenjenales de la intimidad, que, por ahora, corresponde a las posibilidades de cada cual. Comer pavo no está mal, sobre todo cuando es pava y si lo hacemos pelándola pues mejor. Pero donde se ponga un buen conejo con todos sus avíos, que se quite una pava seca y poco jugosa. Un buen conejo, en sus salsa, bien alimentado con zanahorias de las duras le hace la boca agua a cualquiera. Con carne tan jugosa se nos quita el hipo a cualquiera. Pero es de admirar la discreción con que actúan los apóstoles de estos tiempos. Intentan cambiar conductas a sabiendas de que el éxito de la operación de demagogia que intentan depende mucho de las convicciones de los demás. Y todavía, en eso de llevarse algo a la boca cada cual come lo que quiere. O lo que puede.

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