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la columna

Luisa Fernanda Cuéllar Vázquez /

La búsqueda

EL Día Internacional de la Mujer me hizo recordar a Edith Stein, judía extraordinaria nacida en Breslau en 1891, durante la celebración del Yom Kippur. Muy joven se interesó por el sentido de la existencia del hombre y asumió que estamos en el mundo para servir a la humanidad.

Alegre, inquieta e inteligente, superó el examen de Estado en historia, filosofía y germanística. Un año después obtuvo un summa cum laude con su tesis doctoral sobre la empatía. Se interesó por la fenomenología y llegó a ser asistente de Husserl.

En 1918 se le denegó una cátedra por ser mujer. Luchó contra estos prejuicios y previno a la sociedad del empobrecimiento que suponía prescindir del valor de la feminidad en el ejercicio profesional.

Incansable, se interesó por los problemas sociales y emprendió una búsqueda interior que la apremiaba a encontrar respuestas. En 1921 leyó la vida de Santa Teresa de Ávila y se convirtió al catolicismo.

Impartió cursos de antropología filosófica y teológica en Alemania. De fenomenología en Francia. Colaboró en la traducción de los escritos del cardenal Newman y en 1931 tradujo al alemán las Quaestiones disputatae de veritate de santo Tomás de Aquino.

Su carrera profesional se truncó en 1933, cuando Hitler prohibió a los judíos ostentar cargos públicos. Ese mismo año ingresó en el Carmelo de Colonia y en 1934 tomó el hábito con el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz. Escribió obras de gran belleza como "Ser finito y ser eterno" donde unió su pensamiento filosófico, teológico y antropológico. Sin embargo, no estaba ajena a las repercusiones del antisemitismo.

Ante el peligro, fue enviada a Holanda. Luego se le quiso trasladar a Suiza, pero no fue posible. En 1942 la SS la sacó de su convento y murió en la cámara de gas en Auschwitz.

En tu testamento escribió: "Acepto con alegría y con perfecta sumisión a su santa voluntad, la muerte que Dios me ha reservado". Edith, mujer que comprendió que en la vida oculta y silenciosa se realiza la obra de la redención, fue canonizada el 11 de octubre de 1998.

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