Hoja de ruta

Ignacio Martínez

La caída del imperio romano

LOS últimos meses del presidente George W. Bush parecen una nueva versión de la caída del imperio romano. No será para tanto. Entonces hubo quien pensó que venía el fin del mundo o sería la muerte de la civilización occidental. No fue para tanto. Pero es verdad que ahora tenemos a una notable anarquía militar, conflictos incontrolados en Iraq y Afganistán, invasiones de países contrarias al derecho internacional, fanáticos religiosos convertidos en terroristas globales. Un desequilibrio exagerado entre ricos del norte y pobres del sur, o entre los superricos de un país desarrollado y su clase media. Y, como colofón, ha surgido una súbita desconfianza en la perfección de la economía de mercado. Y algunas de estas cosas no son responsabilidad del mediocre presidente americano saliente.

Por cierto, se han hecho chistes sobre el escaso conocimiento del mundo que tiene la candidata republicana a la vicepresidencia de los Estados Unidos, Sarah Palin, pero recuerdo que cuando George W. Bush ganó las elecciones hace ocho años, después de perder en votos populares contra Al Gore, llamaba la atención que hubiese viajado tan poco por el mundo. Palin tuvo su primer pasaporte para salir al extranjero hace un año, de acuerdo, pero había nacido en Idaho y se crió en un pueblecito de Alaska de 6.000 habitantes. Y Bush era hijo de un cosmopolita millonario del petróleo tejano y tuvo muchísimas oportunidades de viajar al extranjero que evitó. La primera, y más significativa, consiguió no ir a la guerra del Vietnam. Y después, era un veinteañero mientras su padre fue embajador en China. Total, que Bush hijo no estaba por la labor de salir de su país.

Sustituyó en 2001 a un presidente como Clinton que había viajado por Europa en su juventud y habla un excelente francés. En este campo, como en otros, salimos perdiendo con la elección norteamericana de hace ocho años. Y ahora, con un pie en el estribo, el hombre sale en la televisión con cara de funeral, descompuesto, con perfecto conocimiento del mundo que deja tras su infortunado mandato. Pero no me compadezco de él. El protagonista de la crisis es usted, su hipoteca, su pensión, sus depósitos en los bancos, su patrimonio personal, su casa. Todo eso que vale hoy bastante menos que hace un año.

Pero el que no se consuela es porque no quiere. Ayer, el Financial Times hacía elogios a la banca española; al Banco de España, por impedir a sus entidades financieras crear vehículos de inversión estructurados, y al Santander, porque es la excepción que confirma la regla, uno de los pocos bancos mundiales que sale de la crisis con su reputación intacta. Nos vamos a tener que creer lo que dice Zapatero de que tenemos la banca más sólida de Europa. Todo encaja: ya Samuel Bronston se vino a Madrid en los 60 para rodar su caída del imperio romano.

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