La Crestería

Manuel Sotelino

¿División o pluralidad?

MUCHOS sostenían públicamente, en esos parlamentos que se han convertido las barras de los bares donde se cuecen las cosas de todo esto de las cofradías, que el compromiso cofrade estaba acabado. Nadie quería una responsabilidad en una hermandad. Se está muy tranquilo viendo los toros desde la barrera, condición ésta muy del jerezano.

Sin embargo, no todo es toro desde el pitón hasta el rabo. O al menos eso parece. Los últimos acontecimientos de las hermandades vienen tozudamente a llevarles la contraria a quienes pensaban que el compromiso ya estaba listo para sentencia.

Cuando uno, que desde la atalaya de una redacción donde siempre se acercan noticias, bulos, rumores y diretes, asoma la mirada a la realidad, observa que más que pluralidad es rivalidad. División en definitiva. No hablo de ninguna en concreto. Todos aquellos que se han presentado con otro candidato han venido a este rotativo para que les hiciéramos la campaña desde el periódico. Máxima a la que nunca me he prestado. Curiosamente los que se han presentado en solitario ni se han acercado por aquí. 

La pluralidad está bien. Pero estamos a un cuarto de hora de la división y la conformación de grupos. Si no hemos llegado ya. Al menos es lo que me llega. Sólo soy testigo de lo ocurre. Que los cofrades se comprometan es vital. Pero reconociendo el juego limpio y asumiendo el resultado de un cabildo. Y sin pensar en fullerías. Margen parece haber porque las disposiciones del marco normativo lo ponen a huevo. Con juego limpio bien valen varios candidatos. Pero si sólo buscamos una foto en el Diario, mal andamos. Sobre todo si estamos dispuestos a cualquier cosa para conseguirla.

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