Comentábamos en nuestra anterior columna la posibilidad de disfrutar en nuestra ciudad de conciertos canoros en distintas fechas y lugares de la urbe. Si bien es cierto que el amanecer, será por la alegría de las aves de haber visto un nuevo día sorteando los peligros que la nocturnidad conlleva para las aves diurnas, y el anochecer, son los mejores momentos. En realidad a cualquier hora y en determinados lugares se puede disfrutar de este regalo de la Naturaleza.

Por ejemplo, estas tardes, a la caída del sol en la Avenida, se puede disfrutar del canto y de los magníficos dibujos aéreos que cientos de tordos ejecutan a la hora de buscar un dormidero. Estos estorninos, el negro (Sturnus unicolor) nidificante en nuestra provincia, cuyo número se ve aumentado por ejemplares de latitudes norteñas, y el pinto (Sturnus vulgaris), regresan a la ciudad después de haber estado alimentándose en la campiña a base de los frutos de lentisco y acebuche para buscar seguridad y temperaturas más benignas. También, y a partir de unos días, las lavanderas blancas (Motacilla alba) inundarán la arboleda de la Avenida de Europa; y en busca de sus dormideros estas "pipitas", "aguzanieves", nombres populares, inundarán con sus trinos el atardecer jerezano.

A pesar de la ausencia de lluvias y frío, interesante de leer el artículo de Diario de Jerez del domingo 29 de Septiembre páginas 28 y 29 sobre el cambio climático en nuestra provincia, los ruiseñores (Luscinia megarhynchos) llenan con sus trinos los jardines jerezanos. En pequeña cantidad crían en nuestra zona, pero el inexorable acortamiento de las horas de luz les impulsa a abandonar sus latitudes septentrionales para buscar sus cuarteles de invierno entre nosotros. Ojalá tengan suerte los populares "Robin" en tierras británicas y puedan volver a sus hogares sin haber caído en las arteras perchas, prohibidas, pero aún en uso.

Disfruten pues de ellos y de estas encantadoras tardes otoñales.

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