HABLANDO EN EL DESIERTO

Francisco Bejarano

El canto del picoverde

Ha debido gritar mucho el picoverde para lluvias tan generosas. El picoverde es parecido al pájaro carpintero, pero, como su nombre indica, de color verde y moño rojo, que busca con su fuerte pico debajo de la corteza de los árboles los insectos y gusanos de los que se alimenta. La Academia prefiere que se escriba separado (pico verde), pero lo admite también escrito como una sola palabra, que me parece más natural. Me entero de que es muy común en España, pero no lo conozco por ese nombre. Debe ser el pito real. Es muy corriente que los pájaros, como las plantas y los peces, tengan nombres distintos en zonas aun cercanas unas de otras, razón por la cual se decidió darle a cada uno un nombre científico latino para poder entendernos. El del picoverde, según me dice Enrique Fernández de Bobadilla, es Picus viridis. Digo todo esto a modo de información, pues hay una hermosa leyenda que relaciona a este pájaro con la lluvia.

Cuenta Charbonneau-Lassay, famoso por sus estudios de simbología cristiana, que cuando Dios estaba creando las fuentes, un poco a capricho como todo lo suyo, pidió ayuda a los animales excavadores y a los pájaros de pico duro y fuerte. Acudieron todos excepto el picoverde. El Dios bíblico, celoso y vengativo, lo condenó a no poder beber agua que hubiera tocado tierra. Por razones que la leyenda no aclara, el castigo se hizo extensivo a las aves emparentadas con el picoverde, como el pájaro carpintero, el pico picapinos de las sierras del sur de España o el pito negro de la cordillera Cantábrica. Pero el Creador, misericordioso con sus criaturas, le dio el don del arrepentimiento: cuando el picoverde tiene sed y sufre, lanza un grito al cielo pidiendo compasión. Dios, con su sentido particular de la justicia, lo hace gritar sediento uno o dos días, pero enseguida le manda la lluvia para que el pájaro desobediente pueda beber del agua retenida en las hojas y huecos de los árboles y plantas.

Los campesinos, que conocen estas señales, toman las precauciones convenientes al oír la súplica del picoverde, pues saben que la lluvia no tardará. Se revisan las canalizaciones y los cobertizos, se pone bajo cubierto lo que la lluvia pueda estropear y se retrasa el lavado de la ropa. Charbonneau dice que en La Vendée, en Francia, la gente piadosa pone al pájaro de esta leyenda popular, muy antigua, como símbolo de la eficacia de la oración del pecador arrepentido que implora perdón y consuelo, pero Dios lo hace esperar y sufrir un tiempo antes de dárselos. El sufrimiento de la sed habrá hecho clamar con insistencia al picoverde en los días pasados, para que el Creador bíblico, con sus conocidos cambios de humor, haya mandado en tres días las lluvias de un mes, anegando campos y ciudades. Más vale así. Si comprendiéramos a Dios, seríamos dioses.

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