María von Campo, relatos

Ángeles Bueno Trujillo / Escritora

La carta

VINO la Antigua a que le escribiera María von Campo una carta para su familia. La Antigua era una mujer vieja y gorda que había trabajado toda su vida en el campo y todavía, cuando para el otoño llegaba la recogida del algodón, se ponía bajo la falda un pantalón de su marido y empezaba a rellenar los sacos con rapidez. Tenía la mirada cansada y las cejas le caían a los lados en una expresión infinitamente triste, y siempre con su cara triste, se quejaba y decía que estaba más mala que María. Se sentó con esfuerzo en la estufa donde María me enseñaba a hacer cadenetas de crochet.

María puso al empezar a escribir una pequeña cruz arriba, en el centro de la cuartilla y la Antigua empezó a hablar de todo, haciendo pausas en sus quejas, para dar tiempo a que María fuera escribiendo lentamente sus palabras, con letras alargadas y caídas hacia la derecha.

Cuando María terminó de escribir la carta, la Antigua siguió hablando y hablando…, que si la hija del Jefe de Estación…, que si un soldado pasaba a verla…, que si el soldado tenía una novia en Jerez…, que si…. Yo escuchaba, mientras el interminable hilo se iba poniendo negro entre mis manos a medida que intentaba seguir haciendo las dichosas cadenetas. De pronto me miraron y María se levantó, llenó un vaso de agua y le echó Mistol, y enseguida, cogió la escoba, le cortó con fuerza un trozo entre dos nudos y me mandó fuera a hacer pompas.

No pude escuchar nada más, y ya me olvidé de todo viendo las enormes pompas de jabón que caían en el patinillo desde la azotea, hasta que la Antigua se despidió con su -Si Dios quiere- Cuando María le dijo -Hasta mañana.

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