Alberto Núñez / Seoane

La casa del pueblo

Definitivamente, lo de este país, España, es que no tiene remedio. La necedad más torpe, la más cutre de las miserias intelectuales y la fétida abyección de unas conciencias corruptas, desde lo más íntimo de su gestación; son los inquilinos instalados en lo que queda de esta tierra, que lo fue, en muchos episodios que la Historia no ha olvidado, de mujeres y hombres de gallarda hidalguía, de recia e inquebrantable voluntad, de asentados y respetables principios para propios y extraños, de tolerancia y bonhomía.

Hoy, la bajeza, la vulgaridad y la hipocresía, son los "valores" que adornan a un número apabullante y excesivo de los ciudadanos que por españoles se tienen.

Es labor, entiendo, del periodista, la crítica de las instituciones y de los personajes públicos. Incidir sobre lo que consideramos impropio, desacertado o ineficaz, ayuda a los poderosos a no caer en el error repetido. Nuestro trabajo trata de obligar al político a no dejar el camino de la sensatez, que con tanta facilidad suele abandonar. Nuestra incómoda presencia pone en vilo al corrupto, desasosiega al prevaricador, inquieta al tramposo e intranquiliza al manipulador. Por eso somos necesarios pero, eso, no nos da derecho de pernada sobre las vidas ajenas. Utilizar nuestros medios para dañar, por el simple hecho que no nos guste, la imagen de alguien, no es ético. Cosa muy diferente es sacar a la luz pública lo que honestamente consideremos que saberse debe y acompañar la noticia con el comentario que nuestra opinión merezca apropiado. Juzgar, les corresponde a ustedes.

Determinados medios de información, sectarios y excluyentes, sacuden estopa, no importa a quien, con tal de que pertenezca a tal o cual partido político o ideología. Cuanto más relevante sea el personaje, mayor es la cantidad de mierda -real, supuesta o inventada- con la que "riegan" su imagen para tratar de desacreditar, socavar y dañar la trayectoria de esa persona. No importa que haya hecho cosas bien, sólo se tiene en cuenta lo que ha hecho mal. No importa que posea virtudes que empequeñezcan sus defectos, serán siempre estos los que prevalezcan sobre aquellas. No importan los aciertos, sólo se acordará, de los errores.

Así, visto lo visto, la objetividad brilla por su nítida ausencia, el deber de informar se subyuga al afán de dañar, la ética profesional yace, olvidada, en un concurrido lupanar y, al fin, la honestidad supuesta del comunicador, duerme el sueño de los justos, entre roña, basura y exabruptos.

¿Se puede criticar a alguien porque trate de aprender o mejorar su inglés?, ¿se puede criticar a alguien porque coloque una bandera española en su casa, en España?, ¿y porque tenga afición por el deporte? Pues estos, son para el periódico "El País", argumentos suficientes para poner a caer de un burro al ex presidente Aznar que, ideologías al margen, haría cosas mal, pero hizo, irrefutablemente, muchas otras cosas bien. Sin embargo, "El País", en su incontestable línea de objetividad periodística, no comenta nada sobre -por poner un significativo ejemplo, nada más- la "casita" que, con los favores de "nuestro amigo" el rey de Marruecos, se está haciendo en Tánger, Felipe González.

No, no es "La Casa del Pueblo", ¡qué más quisiera "el pueblo"!, sino la del que fue adalid del "socialismo" en España. Una, a todas luces, desmesurada exhibición de "poderío"-5.000 metros cuadrados de parcela en primera línea de una playa, Jbila, en la que sólo pueden construir reyes, como el de Arabia Saudita, o sus familiares, como la hermana de Mohamed VI; 2,200 construidos, casa para invitados, para el servicio "obrero", patios, garajes, porches, piscina… , asunto este que, viniendo de quien viene: todavía una relevante personalidad de un partido que se llama "socialista y obrero" y, más aún, en los tiempos de paro, necesidad y miseria de los que su colega Zapatero, como máximo responsable del Gobierno de España, no es capaz de sacarnos; parece un insulto profundo a las proclamas que ha presumido defender durante toda su vida; una burla grotesca para los que, por no encontrar trabajo, necesitan de los comedores sociales para sobrevivir y un absoluto desprecio a la ideología que tan a gala a tenía en aquellos lejanos tiempos de "los descamisados", ¿recuerdan?, cuando usaba chaqueta de pana y camisa a cuadros, "ligeramente" desabrochada, para "colorear" sus efusivos mítines en los que pretendía hacernos creer que él creía en la lucha obrera y denostaba la clasista y reaccionaria burguesía… ¡ja. ja, ja!

¿Cómo lo ven?, yo, la verdad, bastante triste, no es por nada. De cualquier modo, me voy a dar una vuelta por la oficina del INEM para comunicarles que, cuando esté terminada "La Casa de Felipe", habrá varias oportunidades para conseguir un puesto de mayordomo, sirvienta o chofer; lo malo es que hay que irse a Tánger, lo digo por el viento de Levante, que a veces se pone cabrón y no nos deja volver.

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