Hay caso y hay novela

Además del interés político y judicial, el caso Cifuentes tiene un trama de enorme interés novelístico y humano

El interés político del caso Cifuentes está en Cifuentes. El interés moral, en el entramado de mentiras y vanidades que se va mostrando. El interés público, en el prestigio en tenguerengue de las universidades y de los títulos que expiden y cómo y cuándo y para qué. El interés partidista, tras las bambalinas, estriba en cuánto aguantará el apoyo del PP, en situación bastante delicada por su parte, y en el aprovechamiento que pueda hacer Ciudadanos, ¡de nuevo!, de la coyuntura. Hay tal confluencia de intereses variopintos que se retroalimentan que no creo que nadie espere que este caso vaya a cerrarse por cansancio o mirando hacia otro lado o por el paso del tiempo. Del mismo modo que la reina Letizia tiene en su contra que vivimos en un país (ay, la pirámide poblacional) de abuelas y de suegras, Cifuentes (salvando las distancias) tiene en su contra la animadversión latente contra unos másters universitarios que cuestan mucho y valen poco, y que no han paliado la precariedad laboral de quienes los han pagado y realizado con el sudor de sus frentes y bolsillos

El interés novelístico, sin embargo, está en la profesora Alicia López de los Mozos que ha declarado ahora que no reconoce su firma en el acta de calificaciones. Para multiplicar por dos el intríngulis, parece que otra profesora, Clara Souto, se suma a este súbito reconocimiento de falsificación. No se queden ustedes en el detalle material, en el cuerpo, digamos, del delito. Imaginen los hilos argumentales que podría haber detrás: las presiones laborales, la tensión, los miedos, las ambiciones, las dudas. Daría, si no me equivoco, para un apasionante thriller psicológico que, de paso, diseccionase la realidad universitaria y las difíciles relaciones personales en esos entornos en apariencia tan apacibles e intelectualizados.

Ojalá la resolución del conflicto no se zanje con una amnesia colectiva (que veo difícil) o con una dimisión que satisfaga de golpe todas las ansias justicieras (que veo fácil), sino que se entre a fondo, con compasión y comprensión, también en los autores secundarios de este sainete. Hay intereses más políticos, mediáticos e inmediatos, claramente, pero tengo la seguridad de que el interés humano y narrativo está en las profesoras de la firma falsificada y en el tiempo que tardaron en darse cuenta de que les habían remedado la rúbrica. Ese tiempo es, en términos novelísticos, denso.

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