Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

De la casta a la cloaca

Podemos ha adobado sus lemas con unos buenos puñados de anticlericalismo y desprestigio de la prensa

Es propio de la juventud la indefinición, el cambio de rumbo, el permanente estado de proyecto, el volantazo estético. Sucede también con los partidos políticos de más reciente cuño, que además de esos rasgos entre la ilusión y las erupciones periódicas de acné ideológico han surgido en un contexto histórico de decadencia y corrupción de los partidos mayores, y también de depresión económica, en el caso de la España azotada por la Gran Recesión que se inicia en 2008. Vox y Podemos, cada uno en su extremo, responden a ese esquema de adanismo e inmadurez que los lleva al populismo, o sea, a proponer soluciones fáciles a problemas complejos. Esta semana hemos tenido una ración de golpe de timón en forma de nuevo mensaje con pegada y Twitter.

El mensaje estrella del primer Podemos fue el ataque a "la casta", el derribo de unos partidos políticos nacidos en la Transición, PSOE y PP, que durante años jugaron una suerte de alternancia en el poder. Y bien sabido es que el poder corrompe, o cuando menos, corroe. Pónganle otra dosis de conciliábulos germinales en los claustros y las logias de las facultades de Políticas de la capital una dosis potente de penuria económica, y la "toma del poder por asalto" está servida, en el caso de la izquierda más al oeste de la socialdemocracia está servida (aquello de "tomaremos el cielo por asalto", qué gran hallazgo, que dijo Pablo Iglesias en plan profeta lírico es una cursilada propia de un creador de mensajes de indignación y cambio radical, un hombre muy inteligente a quien le pierde la egolatría).

En estas últimas semanas se ha cocinado otro filón de marketing político en la formación morada que sustituye a "la casta", una vez que, como Hacienda, casta somos todos: es cuestión de cogerle gusto al escaño y sus morbos y palancas. Hablamos de "las cloacas", las instancias más secretas de Interior y la Policía, donde huele mal y a donde ningún ojo de a pie llega porque no hay luz sino tinieblas. En esta transición de lemas con pegada, Podemos también ha adobado con unos buenos puñados de anticlericalismo y desprestigio de la prensa -la no afecta, claro es- el pescado que está en sus redes -sociales-, o que pudieran entrar en la almadraba de sus votos. El juvenil corpus comunicacional está hecho de casta -ingrediente ya rancio-, de ataque sin grises a la Iglesia, de descalificación de la prensa "facha" y de aroma de cloacas. Una vez superado el silencio impuesto por el Covid, los periodos legislativos vuelven a ser largas campañas electorales.

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