El balcón
Ignacio Martínez
Sin cordones sanitarios
SIN atisbo de mejora y en una situación cercana a lo terminal. El sector de la construcción, protagonista de los años de bonanza de la economía española, lleva ya cinco años en plena caída libre. El estallido de la burbuja inmobiliaria, que en España agravó la crisis financiera que dio origen a la actual situación de incertidumbre económica, lleva un lustro cobrándose víctimas en términos empresariales, de empleo y actividad. Los datos que ayer hizo públicos el Instituto Nacional de Estadística (INE) confirman esta pésima coyuntura al certificar un nuevo descenso en las transacciones inmobiliarias, que suman ya dieciséis meses seguidos de tendencia regresiva. La venta de inmuebles ha caído hasta un 11% durante el primer semestre de este año después de que 2011 cerrase el cómputo de las operaciones de cambio de titularidad de los pisos con una bajada global del 17%. Dos cifras suficientemente significativas para constatar las dificultades de la economía española para digerir la llamada crisis del ladrillo, cuyo stock es necesario limpiar, probablemente con un banco malo, para poder reactivar el mercado, ahora bajo mínimos, y equilibrar los riesgos de muchas entidades financieras. El panorama pues no puede ser peor. A la falta de contratos públicos y privados a los que agarrarse las empresas que han sobrevivido a la crisis -primeras generadoras de empleo hace apenas cinco años- se suman ahora los cambios que se producirán a partir de enero de 2013, cuando desaparecerán las últimas medidas de incentivación sobre la compraventa:la desgravación en el IRPF y, algo antes, el cambio en la tributación por IVA. Todo hace indicar que si el mercado sigue parado con estas ventajas fiscales residuales, cuando ambas desaparezcan irá inevitablemente a peor y dar salida a la sobreoferta será mucho más complicado. Casi imposible. La vivienda está presa de un ciclo perverso: sin ventas, sin medios para construir, sin mercado de VPO que supla a los pisos de renta libre y sin créditos que permitan comercializar lo construido. Un verdadero círculo infernal que parece no tener salida.
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