Tribuna libre

Manolo Montero

Un compromiso en la historia de Jerez

EN Sebastián González todo es compromiso. Un compromiso que abarca toda una vida. Y toda una vida marcada por su compromiso: con los trabajadores, con los excluidos, con los vecinos, con los drogadictos, con la formación, con la culturaý con Jerez. Su apariencia, de movilidad torpe, insufla ánimo con celeridad entusiasta. En él no hay tiempo para el desánimo. Su motor es un proyecto, su combustible la esperanza, su vehículo la acción. La estética que acompaña su trayectoria la amenizan paisajes de austeridad, de coherencia, de honestidad personal.

Con el triunfo de la democracia se impulsan dos procesos paralelos derivados de la Constitución Española. La Constitución, en su artículo primero, encomienda que: "España se constituye en un Estado Social y democrático de Derechoý" La aplicación de estos dos procesos alcanza en su desarrollo resultados dispares. De una parte, la conformación de las instituciones para un Estado de Derecho. De otra, la articulación del Estado Social. La ordenación formal del Estado de Derecho, aunque más lustroso que real, ha resultado exitoso, y su implantación nos ha llevado al mayor tiempo de convivencia democrática en paz de toda nuestra historia.

El Estado Social, sin embargo, se ha construido a base de muchos esfuerzos y ha padecido discriminación entre la militancia de la denominada Sociedad Civil y entre las Instituciones de carácter Social. La presencia sindical en el ámbito de la concertación, aunque lastrada de enormes dificultades, ha obtenido resultados positivos. Pero en un contexto más amplio, las diversas organizaciones que conforman la Sociedad Civil se ha visto obligada a reivindicar su espacio y sus derechos. La relación del poder con la sociedad, ya por razones de estado y de responsabilidad o bien por razones de racionalidad económica, no siempre ha respondido a las necesidades de la ciudadanía.

Es por ello que adquiere sentido el reconocimiento a las personas que profundizaron en la dimensión social. Las Instituciones del Estado democrático ya tienen el suyo coloreado en las fiestas del calendario laboral.

De esta manera, el amplio reconocimiento, que distintas asociaciones jerezanas vienen agraciando a Sebastián, supone un impulso al desarrollo del Estado Social en nuestra ciudad, al asentamiento de la Sociedad Civil, a su afirmación por las instituciones, a la horizontalidad en las relaciones del poder con sus gobernados. Es el asentamiento de un ideal, de una lucha por la ciudadanía. Es una demanda de quienes quieren hacerse presente en la construcción de una sociedad más justa. Y de hacer valer su aportación desinteresada y generosa. Desaprovechar este caudal, todo un Capital Social, es un lujo que Jerez no debe permitirse.

Porque hombres y mujeres anónimos y sacrificados, aun a riesgos de su propia integridad, apostaron primero por la constitución de un Estado Democrático para, a continuación, exigir el cumplimiento de los compromisos con los más relegados del sistema. Sin estas personas, y sin su testimonio, no hubiera sido posible la implantación y el posterior desarrollo de la democracia en nuestro país.

En su jubilación, que no en su retiro, Sebastián continúa imprimiendo el carácter de su reflexión serena, de su aportación desinteresada: "Perder la vida para ganarla". Ese fue el reto. Y Sebastián ha ganado la vida, perdiendo en su seguridad, en la renuncia a privilegios, en estatus, en ascensión social, en recursos. Pero ha ganado en la virtud más antropológica del ser humano. Ha ganado en dignidad. Porque la dignidad, que es anterior al derecho, gana valor en su persona. Y ha ganado en autonomía. En definitiva, en crecimiento humano. Hoy en Jerez, Sebastián es un referente, un ofrecimiento gratuito para quien quiera. Todo un compromiso en la Historia de Jerez, y todo un lujo para Jerez consecuencia de su compromiso. Sin coste para nadie. Con beneficio para todos.

En unas fiestas colmadas de nostalgias, hay mensajes que animan la esperanza: El Niño que nació en Belén de nuevo volverá a nacer en la panza de un "cayuco". Otra vez se impone lo social. Gente anónima y de corazón abierto, volverán a orientar todo su empeño, en seguir construyendo la utopía: "el Reino de Dios en este mundo".

Feliz Navidad.

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