Editorial

El consenso de Estado es posible

EL segundo debate de investidura de José Luis Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno va a ser muy diferente del primero. En 2004 fue elegido en la primera votación del Congreso, al sumar a los votos del PSOE los de IU, ERC, CC y otras minorías. En 2008 necesitará una segunda votación, a celebrar el viernes. No obstante, Zapatero llega a la presidencia hoy con mayor fortaleza política que entonces, al no haber negociado la investidura con minorías muy reivindicativas, y, además, la situación política que trasluce el debate celebrado ayer es también mejor que la de hace cuatro años. Nadie discute ahora, como hizo el primer partido de la oposición, la legitimidad de la victoria electoral socialista. Y, lo que es más importante, el talante con que se manifestaron ayer tanto el propio Zapatero como el presidente del PP, Mariano Rajoy, sugiere la posibilidad real de una legislatura alejada de la frustrante crispación de la pasada, que tanto hartazgo produjo a muchos ciudadanos. El candidato a presidente hizo una apelación personal y directa a Rajoy para pactar con él cuestiones de interés general, como la estrategia antiterrorista, la reforma de la Justicia, la financiación de las autonomías y un plan de política exterior que prepare la presidencia española de la UE. Por su parte, el líder de la oposición, aunque criticando con firmeza las políticas socialistas que considera desacertadas, también ofreció mano tendida a su interlocutor, aunque subrayando que los consensos de Estado han de intentarse, de manera prioritaria, entre los dos grandes partidos, que representan a más del noventa por ciento de los diputados electos. Todo el debate, que tuvo enfrentamiento y discrepancias, se desarrolló con buenas formas, respeto y educación. Las nuevas actitudes detectadas en unos y otros nos hacen prever, y desear, que la legislatura que ahora se inicia sea la de la política de altura de miras en vez de la de la crispación estéril y frustrante.

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