A contraluz

Manuel Pareja

Un siglo de España invertebrada

EN 1921 vio la luz esta obra breve de Ortega, recopilación de ensayos y artículos publicados en el diario El Sol. Ortega es nuestro pensador más reconocido y el menos estudiado en escuelas y facultades españolas, en la Dictadura y en Democracia. Su aportación filosófica de la razón vital es innovadora, otra cosa son sus intuiciones políticas e históricas que no han soportado bien el paso del tiempo. Aun así, su España Invertebrada goza aun de actualidad pasmosa: los particularismos, el nacionalismo de las no naciones, la carencia de unas élites capaz de poner en marcha un proyecto común y otras cuestiones de no menos interés.

Pero el diagnóstico del que parte no deja camino al optimismo, más al contrario, se deja llevar por el derrotismo de la generación anterior, hija de su tiempo que ama a una nación de la que piensan no tiene remedio; es más, que nunca lo ha tenido. No encontramos después de Ortega demasiados pensadores que se le acerquen con una visión de una esencia española positiva, si acaso Julián Marías, tan olvidado y desconocido como Ortega. Ambos deberían formar parte del currículo escolar, no digamos universitario. De entre las cuestiones más discutibles cito aquella de que España es el problema y Europa la solución, esa acendrada visión de que nuestro devenir histórico es un lastre.

Su firme apuesta por la República-junto a otros intelectuales liberales- tiene su explicación en esta necesidad de forjar un proyecto nuevo, una república de ciudadanos. Al fin y a la postre tuvimos todo lo contrario y desde entonces, el silencio más atronador se hizo cargo del filósofo hasta su muerte. Nuestro país aplazó sus problemas históricos durante la dictadura y en un vergonzoso ajuste de cuentas en Democracia no hemos hecho nada que nos concite a reunirnos en torno a una nación despreciada cada día más.

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