El mismo día que publicaba mi artículo contra el borrador de IVA a la educación privada, leía al perspicaz John Müller un inteligente apunte sobre la posible estrategia política del Gobierno: "Hay varios globos sonda circulando. La reforma del quórum para designar al CGPJ (destinada a presionar al PP), la subida del IVA a Sanidad y Educación (destinada a que aceptemos subidas aparentemente menores), rumores sobre pensiones, salarios de funcionarios..." Es muy probable que sea así; y lo primero que nos invade es el cansancio de que, en mitad de una crisis sanitaria y económica, el Gobierno haga maniobrerismo, propaganda, tejemanejes y trampantojos.

Lo importante es no caer en la trampa. Porque la advertencia de Müller no desactiva mis argumentos: hoy por hoy (incluso sin IVA), la enseñanza privada es un tocomocho a quienes pagan impuestos para sostener la educación del resto y han de pagar, además, mucho más para elegir la suya, aguantando, encima, desdenes, amenazas y risitas. Teniendo claro esto, más el posible truco de trilero de empezar asustándonos (qué feo un Gobierno que juega a asustarnos), es el momento de poner pie en pared.

Esto es, de no celebrar tan contentos cuando al final el IVA sea del 12% porque puede ser del 21%. Durante demasiado tiempo se ha estado cayendo en esa celada. Hay que cambiar de actitud y lanzarse al contraataque. O, para los espíritus sensibles que perciben demasiada violencia en las metáforas bélicas y no su épica, y prefieren las expresiones de timba: hay que ver la apuesta y doblarla. El caso es no caer.

Ya que el Gobierno ha agitado el espantajo del IVA, aprovechemos para exponer la injustísima situación que tiene en España la educación privada, pagada a pulso por unos padres que pagan religiosamente todos sus impuestos. Que la picaresca gubernamental nos sirva, por tanto, para reclamar el equitativo cheque escolar. Esto es, que los padres con hijos en edad escolar recibamos del Estado una cantidad equivalente a lo que cuesta la escolarización y podamos aplicarla al centro que libremente queramos. Sólo así se garantiza la justicia social de una efectiva libertad de enseñanza para todos los españoles con independencia de su renta, más la justicia fiscal. Si nos limitamos a celebrar que nos cascaron un IVA menor del que amenazaron, habremos caído otra vez en la trampa. No mereceríamos el impuesto, pero sí la multa: por tontos.

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