La Crestería

Manuel Sotelino

Qué más da

EN todo esto de las cofradías se encuentra uno con gente que se toma demasiado en serio determinados asuntos. No merece la pena, en serio, qué más da. Tiene más repercusión una banda que viene de El Cuervo para arriba que la estrecha labor con el equipo de Cáritas parroquial de donde se encuentre afincada una cofradía. Se cambia de capataz, y los cofrades se ponen más nerviosos de la cuenta. En cambio, el banco de alimentos recibe una tonelada de víveres, y pasa como más desapercibido.

Uno de los más graves problemas que tienen las cofradías es que cuelan el mosquito y se tragan el camello. Y todo esto no viene como consecuencia de lo que haya ocurrido en hermandades como la Amargura, el Cristo o el Prendimiento por el cambio de martillos, que seguramente alguno podrá estar pensando eso. No. Lo cambiado, cambiado está, con independencia de las repercusiones que uno u otro caso haya tenido. Que, por cierto, son bastante dispares. Me refiero a lo importante que para una cofradía puede ser una calle. Pongamos por caso la calle Tornería que en estas páginas se le ha dado el sobrenombre de ‘la calle fetiche’.

Parece que si no se llega a esta vía no se hace estación de penitencia. La calle Tornería tiene un dueño. Y las llaves las entrega don Manuel cuando él lo estima oportuno. Sin embargo, el ya desaparecido comercio de ‘El Llavín’, debería de tener el troquel gastado de tantas copias de la llave que todos quieren poseer.

Ahora ha sido la hermandad de Pasión. Desconozco si pasando por esta calle se gana o se pierde en tiempo en la calle. Pero hemos visto a Ezequiel Simancas con su gente pasar por Carpintería haciendo más maniobras que aparcando un todoterreno en el subterráneo del Arenal. Y quizá eso pueda dar pie a la junta de gobierno para frenar el intento de llegar a la calle deseada. En cualquier caso, lo importante, muchas veces, es la calle y no el detalle. Y cuando se cuenta que tal o cual hermandad hace una gran obra de caridad —que hacerlas la hacen y muy bien— muchos parecen decir: “Qué más da”.

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