La Crestería

Manuel Sotelino

¿Cartel cofrade?

APROVECHO esta columna para dar mi humilde opinión sobre el cartel de la Semana Santa. Casi me ruborizo al atreverme compartiendo hoy en nuestra sección cofrade página con Bernardo Palomo que de todo esto sabe algo así como veinte campos de fútbol más que yo.

Si Arnido hizo un cartel con el Nazareno y le faltaron las hermanas de Jesús que son consustanciales a la cofradía de Cristina, después fino Villaescusa e, involuntariamente, propició que el cartel se filtrara. En 2019 vino el taller DAROAL y nos mostró algo que poco tenía que ver con lo que decía representar.

El viernes fue Manolo Cuervo quien nos dio otro ejemplo de innovación. Ya no me atrevo ni a decir si es evolución, involución o el sentido natural de las cosas. Opiniones las hay para todos los gustos. Pienso que podría haber sido peor. Los colores elegidos son atrayentes, al fondo se ve la majestad de la Esperanza de la Yedra que propicia que todo lo demás sobre. Y además, es un cartel que todo aquel que entienda algo de diseño y arte inmediatamente lo relaciona con su autor. Por tanto, tiene un estilo definido. Si se trata de llamar la atención, espero que cumpla de sobra.

Y ahora me dejo inmolar y afirmo que, a pesar de todo, sigo echando de menos esas fotos tan magníficas de Diego Romero o la personalidad de las sombras de Pereiras. Ya he echado, con esta frase, la carnada suficiente para que me tilden de rancio o de lo que quieran. Pero eran unos tiempos bonitos que tuvieron su vigencia y su belleza. Eso no me lo quita nadie.

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