La Crestería

Manuel Sotelino

El momento cofrade

CREO recordar que fue el Pobre de Asís, Casto y Obediente (de ahí viene el acrónimo de PACO para los franciscos), el que, en una ocasión, iba caminando bajo un intenso frío y la lluvia con sus hermanos frailes ya entrada la noche.  Encontraron un establo donde descansaban las bestias y vio San Francisco que era buena morada para dormir aprovechando el calor de los animales. Pero hete aquí que el dueño de las bestias se vino a dar cuenta de que entraban en su establo y acudió a defender a su ganado ante los posibles cuatreros. Sin mediar palabra, con una tranca sujetada por las dos manos, entró y comenzó a apalear a los pobres frailes que salieron en desbandada ante el rigor de los palos que atizaba el bizarro campesino. El resto de la fría y lluviosa noche no quedó más remedio que pasarla bajo la copa de una encina. Los frailes lloraban por los palos recibidos y por lo desdichados que eran por no tener derecho ni tan siquiera a dormir bajo el techo de una cuadra y al calor de las bestias.

Pero San Francisco los animó a rezar. Les dijo que afortunados eran por haber recibido el castigo merecido por osados y pecadores. Y que aquella experiencia la ofrecía a Dios como sabedores de que eran los más pequeños, los más humildes, los más pecadores, solo merecedores de dormir bajo el resplandor de la hermana Luna para acercarse aún más a Cristo.

Este pequeño relato sobre la vida de San Francisco nos exhorta también a vivir en la humildad y en la necesidad de aceptar con alegría lo que Dios nos quiera mandar, no con resignación que eso no es cristiano, sino con la conciencia clara de que Él es el que escribe derecho en renglones torcidos. Y aunque ahora no sepamos muy bien por qué Dios nos envía un tiempo duro, un desierto para atravesar sin rumbo fijo, debemos saber que todo recobrará sentido cuando llegue su momento. Prometo no volver a dar un sermón en lugar de un artículo de opinión. Pero os invito a reflexionar sobre la alegría en medio de las dificultades. Porque ahí, también, está Dios.

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