Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

La cruz de Pacheco

Tres años después de su ingreso en prisión, Pedro Pacheco sigue siendo noticia, como lo era cada día durante su etapa de alcalde. La persona y el personaje mantienen tanta fuerza que ni las sucesivas condenas ni la prolongada privación de libertad le reducen a ser objeto del olvido. Todo lo contrario. Lo que sucede alrededor del 'preso Pacheco' sigue siendo motivo de interés para muchas personas, como recordaba hace unos días Carmen Oteo en estas mismas páginas. Habrá que preguntarse el porqué de esa fascinación, simpatía o comprensión incluso en personas que jamás le conocieron y que no le deben ningún favor. Es una especie de culto que la Justicia y la Administración penitenciaria de este país se están encargando de amplificar día a día con algunas de sus decisiones, por muy ajustadas a Derecho que estén.

Esta semana hemos conocido que la dirección de la prisión Puerto 3, en la que está recluido, ha decidido cambiarle de módulo -del 12 al 8- porque en un registro 'rutinario' en su celda los funcionarios encontraron un crucifijo de madera de apenas nueve centímetros de largo, una almohada extra y algunos libros más de los permitidos por el reglamento de la cárcel.

Ese cambio de módulo supone, en la práctica, que Pacheco no podrá disponer de la estancia en la que prestaba asistencia legal a algunos reclusos, con un cartel escrito a mano por él mismo en el que se podía leer 'Asesoría Jurídica'. Pero, con todo, cuentan quienes han hablado con él que lo que más le ha molestado es que le retiren ese pequeño crucifijo de madera que le regaló un compañero de prisión -sería interesante saber por qué- ya que según las normas se puede considerar un arma peligrosa.

En un momento de debate público acerca de la proporcionalidad en el trato hacia Pacheco si se compara con otros políticos que también incumplieron las leyes y fueron condenados por ello, este nuevo incidente en prisión no hace sino crecer la imagen de mártir que -ya se escribió aquí hace unos meses- se está creando a su alrededor a medida que aumentan los días de su estancia entre rejas. No cabe pensar, por supuesto, que el asunto del crucifijo, la almohada extra y los libros de más, con su traslado de módulo, tengan que ver con las dudas sobre su situación vertidas por destacadas personalidades del ámbito jurídico sólo dos días antes del registro. "No escribáis más de él, que cada vez que lo hacéis le cae un castigo", comentaba el viernes un allegado al ex alcalde con más pena que convencimiento de esa causalidad.

El silencio de Instituciones Penitenciarias en este y otros casos alimenta las suspicacias. Porque los ingredientes de esta historia, con un protagonista al que sus fieles ven como un Brubaker enfrentado al sistema, son los de una película en la que tanto tiempo en prisión se ve como algo excesivo. El episodio del crucifijo forma parte de un guión que ningún productor de Hollywood rechazaría. Ojalá que lo que verdaderamente representa esa pieza de madera le ayude a sobrellevar su pena.

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