EL caso de la residencia El Santísimo, en la vecina Medina, cuyos ex gestores han sido detenidos esta misma semana por presunta estafa a muchos de sus internos, no ha sorprendido por desgracia a casi nadie. Primero, porque no es la primera vez que se actúa contra los Obreros de la Cruz, una asociación no reconocida por la Iglesia cuyos miembros se hacen llamar 'padres' para alimentar la confusión. Y en segundo lugar porque muchas personas sabían que durante la gestión de esas personas el centro funcionaba con numerosas irregularidades. Lo que sí sorprende es que desde diferentes instituciones públicas, como la Junta de Andalucía, se hayan mantenido durante tanto tiempo unos convenios con ese centro, sin que, por lo que se ha visto, hayan realizado un seguimiento serio a su gestión.

TRAS conocerse los datos del paro de agosto con los que se rompían tres meses de tregua, la alcaldesa auguró que lo peor estaba aún por llegar. Dos días después, el mal augurio se ha convertido en realidad con el anuncio del cierre inminente de la fábrica de botellas de Vicasa, decisión por la que decenas y decenas de trabajadores podrían ir a engrosar las listas del Inem en los próximos meses. Quizás la alcaldesa sabía algo de antemano y no fue un presagio al azar, pero en este caso lo que importa es que se pierde otra de las grandes industrias de la ciudad, de las últimas que quedan en pie en un municipio que no está precisamente en la situación más idónea para dejar escapar el poco empleo estable y de calidad que ofrece el sector de las chimeneas, el que los sindicatos predican en el desierto que hace falta como el comer en la capital del paro.