Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

La cuadratura del círculo

Juanma Moreno debe traducir la estabilidad en medidas que demuestren que el cambio ha servido para algo

Cuando a finales del pasado julio el presidente Juanma Moreno y el vicepresidente Juan Marín hicieron balance de los seis primeros meses del que ellos mismo se han empeñado en llamar el Gobierno del cambio resaltaron, por encima de cualquier otra cosa, la estabilidad política de la que goza Andalucía en medio de un caos nacional que no sabemos cómo puede terminar. Algún mal pensado podría pensar que tanta venta de estabilidad tapa la falta de otras realizaciones más tangibles y con incidencia directa en el día a día de los ciudadanos. Sea por la acumulación de procesos electorales que han salpicado los primeros meses no socialistas en la Junta, sea porque el rodaje de la nueva Administración, especialmente en el equipo comandado por Ciudadanos, ha sido más problemático de lo esperado, lo cierto es que el primer balance de gestión no es para tirar cohetes. El cambio se ha notado sobre todo en que se ha hablado mucho de él como factor positivo por su propia naturaleza y en que se han destapado minas ocultas en la herencia recibida. Por lo demás, todo sigue más o menos como estaba, desde un sector público hipertrofiado y con los mecanismos clientelares tal y como los dejó Susana Díaz hasta la misma programación ramplona del carísimo Canal Sur. Por supuesto, que ahí quedan los intentos que se están haciendo para meter en cintura las desmesuradas listas de espera o las medidas fiscales que ha podido tomar el dinámico consejero de Hacienda, Juan Bravo, que por ahora es el gran descubrimiento de la nueva situación. Aquí, como en casi todo, el problema es de expectativas y el cambio en Andalucía, tras casi cuarenta años de monocultivo socialista, las había puesto muy altas. Quizás, demasiado.

Pero no perdamos de vista la estabilidad. Juanma Moreno ha conseguido dar forma de proyecto político a largo plazo al difícil equilibrio que conforman Ciudadanos y Vox, con el PP como fiel de la balanza. Y esto, como diría Rajoy, no es asunto menor. La situación tenía todos los elementos para volverse ingobernable para el presidente: dos socios, uno dentro del Gobierno y otro fuera, que oficialmente no se hablan y uno de ellos, Vox, con una enorme capacidad de desestabilización a base de un discurso maximalista y de imposible encaje en la política de cada día. Pues bien, lo que parecía la cuadratura del círculo se ha logrado. Hay unos Presupuestos, de alcance limitado por su escaso periodo de vigencia, que ya están aprobados y no parece que los de 2020 vayan a tener demasiados problemas para salir adelante. Ahora lo que habría que esperar, también que exigir, es que esa estabilidad se vaya traduciendo en medidas que hagan ver a los andaluces que el cambio, de verdad, ha servido para algo.

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