Editorial

Sin cultura no hay progreso ni civilización

LOS Reyes de España entregaron ayer en Sevilla las medallas de Bellas Artes a 25 personas provenientes de los más diversos campos de la creación: pintura, jazz, flamenco, crítica musical, mecenazgo, tauromaquia, etcétera. Si siempre es un motivo de satisfacción la visita de los Monarcas a la comunidad autónoma andaluza, más lo es cuando se trata de reconocer la labor de aquellos que han entregado su vida al arte, una de las ramas esenciales de la cultura.

Reivindicar el arte y la cultura en estos tiempos en los que la tecnología parece haberse convertido en la única actividad humana digna de tal nombre, no es una cuestión baladí. Por eso aplaudimos la intervención de ayer del rey Felipe en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, quien en un momento de su discurso afirmó que la cultura "ayuda a luchar contra la intolerancia y el fanatismo reduccionistas que amenazan y agreden con violencia los sustratos de cualquier sociedad civilizada". No es una casualidad que el autodenominado Estado Islámico y otras organizaciones del terrorismo yihadista se hayan especializado en la destrucción del patrimonio histórico y artístico de la humanidad. Aunque el arte ha servido muchas veces para la exaltación de personas e ideas nocivas para la libertad y la civilización en general, lo cierto es que detrás de todo acto creativo se esconde una profunda afirmación de lo humano. Muchas veces denostada o utilizada con fines espurios por el poder político, la libre actividad artística es consustancial a las naciones democráticas y prósperas. No se conoce un solo país en el que la economía y las libertades florezcan sin que esto vaya acompañado por la proliferación de personas e instituciones (museos, fundaciones, publicaciones...) dedicadas al arte y la cultura. En un mundo como el nuestro, tan pendiente de la rentabilidad económica de las actividades, cabría recordar que la creación artística y cultural son auténticos motores de riqueza y empleo. Un solo ejemplo valdrá: la gran transformación urbana y turística que experimentó Bilbao tras la apertura del Museo Guggenheim.

Si hay algo de lo que puede presumir Andalucía es de la gran cantidad de creadores de primera línea internacional que nacieron y se criaron en su geografía. Buena prueba de ello fueron los cuatro andaluces a los que los Reyes entregaron ayer la medalla de Bellas Artes: María Pagés, Manolo Sanlúcar, José Luis Gómez y Manuel Benítez, El Cordobés. Es responsabilidad de todos, políticos y sociedad civil, el que nuestros creadores más destacados y la industria cultural en general puedan ejercer aquí sus actividades sin necesidad de marcharse a otro lugar.

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