Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

El curso de María

Cogida de la mano de sus padres, por el centro de la ciudad, con mascarillas los tres, la pequeña María dobló la esquina y allí estaba ella, su 'seño'. A ambas les cambió la cara y el corazón se les aceleró. No sabían qué hacer, si darse un beso, un abrazo... Llevaban más de tres meses sin verse, al menos en persona, pues cada mañana de cada día, la 'seño' le había enviado -como al resto de sus alumnos- un vídeo en el que daba los buenos días, siempre con una amplia sonrisa, y le explicaba los temas y las tareas que debía realizar. La 'seño' se tuvo que reinventar una vez más cuando surgió la pandemia, cerraron los colegios y llegó el confinamiento. Nadie estaba preparado para continuar las clases desde casa, ni profesores ni alumnos, y los mensajes a veces contradictorios de las autoridades educativas tampoco ayudaron mucho. Sin saber siquiera las funciones que tenía un móvil que apenas usaba para hablar y enviar mensajes, descubrió por pura necesidad las posibilidades del vídeo hasta el punto de sorprender a sus alumnos cada día con un montaje o historia diferente -hasta disfrazada- que hacía los encuentros mucho más amenos e interesantes.

Serán necesarios muchos homenajes y reconocimientos en los próximos meses y años a quienes han mantenido y mantienen vivo este país. Hablamos, cómo no, de los sanitarios y de las fuerzas de seguridad, también de los comerciantes y de otros trabajadores que, anónimamente, han mantenido el pulso de una sociedad que ha descubierto nuevos héroes en lo cotidiano.

Pero hoy, cuando el curso escolar ha tocado a su fin y los 'profes' y 'seños' ya no verán siquiera por videollamada a sus alumnos, es justo y necesario tener unas líneas de agradecimiento para la comunidad educativa. En especial a quienes se han dejado la piel, sin mirar el reloj ni el día de la semana, para que los alumnos (en especial los más pequeños) no perdiesen un curso que jamás olvidarán. Muchos de ellos, alumnos y profesores, supliendo con imaginación en muchas ocasiones la falta de medios técnicos. Hablamos, en definitiva, de vocación. Tan necesaria en la Educación como en la Sanidad. Porque claro que existen otros ejemplos de enseñantes que no han dado la talla y se han aprovechado de las circunstancias, como vemos en todas las profesiones, pero son una minoría que no empaña el aplauso generalizado que la sociedad debe dar a este colectivo. Ni siquiera la incertidumbre sobre el comienzo del próximo curso a las que tienen sometidos los gobiernos central y autonómico (que arrojan cada vez más burocracia y cambios constantes en las espaldas de los enseñantes) podrán hacer mella entre los 'profes' y las 'seños'.

No habrá fiestas de fin de curso en los próximos días, no. Las despedidas serán distintas este año, pero los recuerdos de estos meses permanecerán toda la vida. Porque somos la educación que recibimos.

Y sí, volviendo al comienzo, María y su "seño mágica", como la llamaba, se dieron un abrazo. Y, entre lágrimas, los cuatro se despidieron hasta el curso que viene.

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