Domingo Martínez / Coordinador Del Suplemento / De Educación

Tenemos algo que decir

El pasado día 30, Francisco Bejarano escribía, en su habitual columna de este medio, sobre la paz en las escuelas, señalando la etapa escolar como la más conveniente para inculcar formas de comportamiento que faciliten las relaciones y ayuden a solucionar pacíficamente los conflictos sin recurrir a los adoctrinamientos, añadiendo que "educar no es cambiar la naturaleza humana, sino dominarla con el ejercicio de la virtud, que es hacer el bien, y el uso de la razón, que es poner orden en la inteligencia". Y concluía señalando que si enseñamos a los escolares que la paz no es la paciencia heroica frente a la violencia ajena, estarán mejor preparados para ser pacíficos.

En estos días de reflexión sobre la paz en las aulas y, puesto que están tan presentes los conflictos en los medios de comunicación, debemos aprovechar para analizar los debates que se producen en torno al tema que nos ocupa.

Las ideologías y su forma de entender ser 'pacifistas' o 'pacíficos' nos predisponen a tener determinadas actitudes ante los comportamientos violentos.

No debemos consentir el abuso y la violencia, no podemos callar ante la injusticia y el sometimiento, tenemos que actuar, trabajar para la resolución pacífica de los conflictos, hay que exigir responsabilidades a quienes pertenecen a alguna de las partes implicadas y hay que proponer alternativas de consenso para evitar repetir los errores cometidos.

Educar para la paz no es solamente dibujar una paloma, sino compartir el esfuerzo creativo, ofrecer un presente realizado para la ocasión, estudiar los referentes históricos y releer los textos significativos, entonando las canciones alusivas, repartiendo las 'viandas' que conforman el alimento diario, el sustento que nos permite seguir adelante con las ganas de vivir y de dejar atrás los inconvenientes que surgen a menudo en el trabajo, en el aula, en los ratos de ocio o en las reuniones familiares, estableciendo estrategias de defensa de nuestros posicionamientos con el poder de la convicción y no con la fuerza de la imposición bruta.

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