¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

La derecha busca líder

La derecha española debe buscar un líder que le devuelva al poder. Los que hay ahora no le sirven

Cuándo se jodió Aznar? ¿Fue con la foto de las Azores? ¿Con el bodorrio del Escorial? ¿Con el footing?... Rajoy tuvo un anecdótico accidente de helicóptero y nunca más se volvió a montar en uno de esos aparatos; Aznar, sin embargo, salió silbando del atentado con el que ETA intentó reventarlo, apenas sacudiéndose el polvo. Ésos eran tipos duros, conservadores sin concesiones a la galería: "Que sonrían ellos". Después vino la embriaguez del poder, la vigorexia, los niños en las revistas del corazón... Y la izquierda consiguió la caricatura que buscaba: el hombrecillo del bigote (demasiado español para el fino buqué progresista), las malas pulgas en el lomo, el tono marisabidillo... La noche del 11-M puso punto final al líder que consiguió confederar a los reinos dispersos del centroderecha.

Aznar fue el Alejandro Magno, el Simón Bolívar de la diestra nacional. La gran fuerza unificadora. Muerto su mito, sólo quedaba esperar las disputas entre sus generales y la disgregación. Su sucesor en el trono popular, Mariano Rajoy, un político del XIX atrapado por las placas tectónicas del XXI, sobrevivió mientras el poder le dio canongías que repartir. La moción de censura de Pedro Sánchez acabó con aquel PP que ya era de un cartón piedra comido por los hongos de la corrupción. Fin de ciclo.

¿Volverá la derecha a recuperar su unidad perdida? Por ahora no. Antes tienen que ocurrir varias cosas. Digamos cuatro: que se produzca una intensa vendetta que sirva para dar salida a todo el odio acumulado entre las distintas facciones; que el ansia de regresar al poder y a sus placeres ablande algunos principios irrenunciables; que surja un líder con la capacidad de unificar a las distintas (y muchas veces contradictorias) facciones (tradicionalistas, demócratacristianos, liberales...); y que los gobiernos socialistas se vayan deteriorando con el paso del tiempo (algo que tarde o temprano ocurrirá).

La derecha, por tanto, debe buscar líder. Los que hay no le sirven. Rivera es demasiado hiperactivo y oportunista (la derecha, aunque le cueste entenderlo a algunos beatos laicos, tiene sus principios); Casado, como todos los de su generación, educados en las juventudes partidarias, sabe escuchar a las bases, pero no al electorado, de ahí sus enormes errores políticos; y Santiago Abascal es una anécdota. Un hombre que pone El novio de la muerte en sus mítines (ese hermoso y zarzuelero himno que nació para ser cantado por los bravos hombres del Tercio, no por gentes con pulseritas) no puede aspirar a muñir mayorías amplias.

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