La derecha trifásica

Cualquier análisis que hable de las tres derechas como un bloque granítico es un trampantojo para incautos

Aunque la convocatoria de elecciones generales ha acelerado los tiempos, era cuestión de tiempo que en Vox protestasen porque el PP y Ciudadanos consideren papel mojado, tal y como ya avisaron, su pacto con el PP para Andalucía. Si no se deroga la ley de la memoria histórica -ha advertido Abascal-, considerará roto el acuerdo.

Es un símbolo imponente que los defensores de la memoria histórica (la de los socialistas) tengan la suya tan corta que se olviden de lo que ellos mismos firmaron hace un mes. Vox, además, debe aprovecharlo para escapar al abrazo del oso del PP, que quiere transmitir que los votos de Vox son suyos, aunque dando un rodeo sentimental que quizá -sugieren- no merezca la pena porque por el camino (ley D'Hont) pueden perderse. Vox tiene que subrayar que sus votos tampoco son suyos, sino de sus votantes. Eso se hace defendiendo los motivos por los que votaron. Para ello tiene que pedir medidas concretas, que son ésas a las que PP y C's, firmes partidarios de nadar y guardar la ropa, se resisten tanto. El marco andaluz es el incomparable para mostrarlo a toda España porque: 1) hay un gobierno PP-C's, 2) hay un acuerdo PP-Vox, 3) habría posibilidad de actuar y 4) no se actúa.

El PP, sin embargo, no tiene más remedio que ponérselo fácil a Vox. Pretende darle otro abrazo del oso a Ciudadanos. Casado ya ha prometido a su partido que va a dejar de hablar del aborto. Si un día amanecen contra el aborto, es porque pierden votos con Vox y quizá para indultar niños a cambio de paguen las pensiones, como Casado argumentó, en plan estadista. Pero si eso lleva votos a C's, ah, no, entonces se acuestan a favor de no meneallo. C's también tiene que guiñar a izquierda y a derecha (casi un tic) para mantener impoluto su centro de gravedad permanente.

Cualquier análisis que hable de las tres derechas como un bloque granítico es un trampantojo para incautos y desprevenidos. Los movimientos entre los tres son milimétricos y letales como jugadas de ajedrez. Pasarán siempre por tres fases: polémicas de principios y valores, dificultosos pactos para gobernar y reticencias para cumplir luego esos pactos que irán acentuándose a medida que se acerquen las elecciones. El votante de derechas tiene que olvidarse de que da igual a qué partido vote puesto que pactarán. Su voto es ahora más trascendental que nunca porque dará más peso a uno u otro en una balanza de precisión.

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