DESDE LA CASTELLANA

Alejandro Daroca

Lo que dicen los sondeos del 9-M

A estas alturas de la película, nadie parece tener claro cuál va a ser el final. No se sabe si 'el malo' sacará la pistola o si, como en la mayoría de las ocasiones, la pareja se funde en un recalcitrante beso, que conduce directamente a la cama. Nos queda un mes de película, y cada día los políticos nos sorprenden con alguna inventiva nueva para llevarnos a su particular patio de butacas y hacernos comulgar con unas muy particulares ruedas de molinos, y parece que cada día son más los españolitos de a pie que no queremos comulgar. Mala cosa es en política la distancia entre los líderes y su pueblo.

Acabo de leer que en el centro está la capacidad de decisión. Y estos votos serán los que inclinen la balanza a un lado u otro. Si le preguntas a la gente, hay multitud que se considera de centro, que se autocalifican así. Pero no es verdad. Los de centro son aquellos que, siendo sentimental y políticamente de izquierdas o de derechas, no tienen decidido su voto, porque hay algo en sus filias que les impide alinearse con lo que tradicionalmente han votado. Por eso sabemos que el noventa por ciento de los que votaron en el 2004 a favor del PP, lo van a volver a hacer. Y sabemos que el 83 por ciento de los que votaron a favor del PSOE también lo van a volver a hacer. Pero nos quedan casi tres millones de votantes en ese medio centro que están hoy en una indefinición que es la que tratan de atraer tanto ZP como Rajoy. Y los jóvenes, nuevos votantes que no tenían 18 años en el 2004, y que esta vez se acercan por primera vez a las urnas.

De ocho empresas que se dedican a la consultoría política y a las que normalmente los políticos hacen caso, ninguna da como triunfador al PP. Todas señalan un triunfo del PSOE, aunque en las diferencias que dan estas consultoras está un poco la horquilla que puede posibilitar un triunfo o un fracaso. Así, mientras que hay una tal Metroscopia que señala diez puntos de diferencia a favor de los socialistas, esta diferencia se reduce a dos puntos cuando los datos son de Sigma Dos. Y los trabajos de campo están realizados en los primeros días de enero. Quiero decir con ello que en esas fechas aún no se conocían con todo detalle los estragos de la desaceleración económica. Ni la nota pastoral de los mojigatos miembros de la Conferencia Episcopal. Y todo influye. Como debe influir la terrorífica cifra de que en los últimos siete años hemos duplicado la cifra de parados en nuestra ciudad o que el desempleo ha crecido en más de 130.000 personas en el último mes a nivel nacional. Cada día, ya digo, nos sorprenden los políticos con nuevas declaraciones y éstas caen mal o bien en el electorado e inclinan a grupos de votantes hacia un lado u otro.

Así están las cosas. Aún falta una oleada de encuestas por publicarse y hacer saber los sondeos de opinión unas semanas antes de las elecciones. Conviene también saber, según estas encuestas, que cuantos más electores acudan a las urnas, mayor será la diferencia positiva que obtengan los socialistas. Dicho de otra manera, la abstención parece que favorece a la derecha. A un mes vista, me atrevo a vaticinar el nuevo triunfo de los socialistas, pero me temo, y me molesta profundamente, que será por tan escaso margen, que serán los nacionalistas y minoritarios los que logren tener la sartén por el mango. Y eso si que sería un motivo de meditación profunda y amplios acuerdos de la próxima legislatura. Porque ¿hasta cuándo vamos a pagar los platos rotos de la debilidad política de los que hicieron la transición y le otorgaron un poder desorbitado a los nacionalistas?

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