Juan Del Río Martín / Obispo De Asidonia-Jerez

El difícil oficio de periodista

Carta del Obispo

ESTE domingo se celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales con el sugestivo lema: "Los medios: en la encrucijada entre protagonismo y servicio. Buscar la Verdad para compartirla" En el Mensaje para este día Benedicto XVI plantea cómo los medios de comunicación deben ser considerado como parte integrante de la cuestión antropológica, ya que en este sector están en juego las dimensiones constitutivas del ser humano y su verdad, de ahí la necesidad de una "Info-ética" para que los medios respeten a la persona y estén al servicio de un mundo más justo y solidario. Porque sin ética se favorece la sumisión a los poderes e ideas dominantes, incidiendo negativamente en la conciencia y en la libertad del hombre.

Los periodistas se presentan ante la sociedad como "buscadores de la verdad". Ahora bien, estos profesionales no lo tienen fácil en la actual coyuntura cultural donde la "mentira con apariencia de verdad" se ha instalado en muchos ámbitos de poder y donde el comunicar se ha reducido a distribuir noticias, a exponer opiniones y a vender grandes cantidades de ejemplares de periódicos o atraer millonarias audiencias. Sin embargo, es mucho más lo que está en juego, ya que los medios, aunque pueden ser ególatras protagonistas, reflejo del materialismo económico y del relativismo ético del momento, también, vistos positivamente, pueden ser instrumentos al servicio de un futuro más humano y pacífico. Esta alternativa se alcanza cuando la profesión y el mismo periodista están empeñados en escudriñar lo más noble que hay detrás de cada acontecimiento: verdad, bondad y belleza.

La comunicación programada como un espacio comunitario de búsqueda de la verdad genera bienestar en la sociedad, salva los conflictos sin añadir dramatismo, huye de la mordacidad y se sitúa con actitud de respeto hacia las personas e instituciones. Quien ama y busca la verdad no permite que ésta se le convierta en mercancía y no deja que se pervierta u oculte. La verdad se encuentra y se anuncia con los otros, por eso el periodista preocupado por la verdad está atento a las reacciones de quienes reciben la información, procura el diálogo y está abierto al punto de vista diferente.

No hay que apartarse de la verdad para destacar lo bueno. La verdad y el bien se potencian entre sí. El fin de toda investigación periodista debería ser siempre examinar la verdad de los hechos, que no está reñida con el bien y aumenta la libertad. Porque no se busca la verdad para dividir, agredir, descalificar etc. Es cierto, que la revelación de algunas verdades puede generar tensiones y conflictos, pero el buen comunicador no actúa para suscitar crispación y hacer de ellos su "leit-motif", sino ante todo por fidelidad a su conciencia y vocación profesional de servidor de la verdad y del público que tiene derecho a ella.

El saber comunicar bien lleva implícito el hacerlo con belleza: La ética y la estética han de ir siempre de la mano. Cuando los insultos están al orden del día, las descalificaciones se convierte en algo generalizado, lo chabacano toma cuerpo y la vulgaridad aparece por el horizonte, algo grave y degradante puede estar sucediendo en la sociedad y en la misma información.

La comunicación es más humana cuanto más bella, y porque es humana a veces la belleza es trágica, sorprendente y conmovedora, que en ocasiones nos muestra los errores en que estamos y nos hace reflexionar sobre lo que no queremos.

Los grandes profesionales de los diversos sectores de los medios saben presentar con belleza las realidades más trágicas y dolorosas de la condición humana, es ahí donde se muestra con más fuerza su poder sanador, consolador y redentor, porque como diría Dostoievski: "el mundo será salvado por la belleza" (El idiota, p.III, cap. V).

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