Línea de fondo

Santiago Cordero

Santiago.cordero@jerez.es

El discurso

El presidente del Real Madrid puso en la agenda la Superliga

Florentino Pérez ha demostrado a lo largo de su trayectoria como presidente del Real Madrid que no es un hombre que guste de estar en el candelero mediático a diferencia de otros mandatarios. Son contadas y escogidas las entrevistas que concede. De hecho, una de las primeras cosas que hizo cuando llegó a la presidencia blanca fue la de poner a Emilio Butragueño como portavoz del club.

Cada año, cuando el Real Madrid celebra su asamblea de socios, Florentino aprovecha su discurso para lanzar al mundo los mensajes que en cada caso considera oportuno. Es en ese formato de comunicación donde se encuentra más a gusto. Un atril que lo eleva por encima del resto, arropado por su junta directiva, una puesta en escena escogida con tiempo y un público, salvo algún que otro año, entregado al Real Madrid y a su causa.

El discurso le permite expresar lo que quiere, como quiere y ante quien quiere, sin necesidad de complicarse la existencia. Este año aprovechó para deslizar la necesidad de una Superliga para los grandes equipos del momento, sabiendo que desataría una tormenta posterior. El primero en entrar al debate fue Javier Tebas, presidente de la LFP y luego otros dirigentes, casi todos en contra de la idea del mandatario merengue.

De esta forma, Florentino, desde su atril y con su discurso a los socios, vuelve a marcar la agenda deportiva nacional e internacional, sin necesidad de bajar al barro a discutir con los simples mortales. Desde el punto de vista de la comunicación, el presidente del Real Madrid se convierte en una figura por encima del resto. Lo que tengo claro es que se trata de una estrategia perfectamente ideada a imagen y semejanza del propio Florentino Pérez.

Guste o no, el discurso de Florentino todo el mundo lo tiene en cuenta, ya que a lo largo de los años se ha ganado el respeto de los suyos y de sus enemigos, gracias a su gestión económica y deportiva al frente de uno de los mayores clubes del mundo.

Credibilidad de la que desgraciadamente no puede presumir hoy la corona en España por muy bueno que haya sido el discurso del Felipe VI, con puesta en escena incluida.

Todo medido, estudiado, pensado. La credibilidad no se gana sin hablar del Emérito. Cada plano, cada pose, la entonación, todo muy bien, pero salvo los forofos, que los hay a millones, al discurso le faltó credibilidad.

El discurso reflejó el cinismo de una clase política que antepone sus intereses de partido y personales a los de la sociedad española en su conjunto. Oro por fuera y ...

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