La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Otro disparate puritano

La Inclusion Rider que Frances McDormand reivindicó en la ceremonia de los Oscar es una cláusula por la que los actores, a la hora de firmar sus contratos, exigen que haya un 50% de diversidad racial y de género no solo en el reparto de la película sino en la totalidad del equipo. Así, se supone, se garantizaría la total igualdad dentro de la industria cinematográfica. El problema es que también supone una grave limitación creativa a la hora de elegir repartos y equipos. La lucha de los autores por controlar totalmente las películas que dirigen se vería así constreñida por una imposición todo lo bienintencionada que se quiera, pero que no por eso dejaría de ser una intromisión en su libertad para decidir quiénes escriben los guiones de sus películas, las interpretan, dirigen su fotografía, componen su música, diseñan vestuario y decorados o hacen el montaje.

Imagínense a un productor o a un director calculando, a la hora de montar una producción, si se cumplen los porcentajes de diversidad racial (¿y cuántas razas, por otra parte?) y de género (¿sólo hombres y mujeres heterosexuales o todo el abanico de posibilidades LGTB?) a la hora de decidir el reparto y el equipo. Añádase la desigual importancia de los papeles o funciones que desempeñen en la producción, porque no es lo mismo ser protagonista que actor de carácter, tener sólo un par de frases o ser un extra; como no lo es formar parte del equipo técnico en labores secundarias o ser responsable del guión, la fotografía, la música o el montaje.

Es muy americano, por herencia puritana anglosajona, que las buenas intenciones tengan resultados desastrosos. Recuerden el caso extremo de los contraproducentes efectos de la ley seca. ¿Es un problema social el abuso de la bebida y una tragedia el alcoholismo? Sí. ¿La solución era prohibir su venta? No. Tras inflar el gansterismo la dichosa ley puritana, por la que los abstencionistas llevaban años luchando, tuvo que ser abolida. En lo que a la Inclusión Rider se refiere, hay que preguntarse si es lo deseable que todos, con independencia de su raza o sexo, tengan las mismas oportunidades en la industria cinematográfica. Y la única respuesta decente es sí. Pero si a continuación se propone como solución para alcanzarla la imposición a través de una cláusula en los contratos de un 50% de diversidad racial y de género, la única respuesta razonable es que no.

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