LA historia es nueva. Pero tiene un aire vagamente conocido. Los disturbios que el sábado comenzaron en los barrios periféricos del Norte de Londres empiezan a extenderse a otros distritos de la capital británica, entre ellos parte del centro comercial de la ciudad. Amenazan incluso con provocar sucesivas réplicas en otras urbes, como Leeds o Birmingham. Europa revive los fantasmas de los sucesos que en 2005 convirtieron en célebres a las banlieues parisinas:los suburbios periféricos de la capital francesa donde jóvenes marginados por la República pusieron en jaque durante semanas al Estado galo a base de actos de vandalismo, quema de coches y actos de violencia gratuita. En esta ocasión, los hechos se sitúan en Inglaterra, donde el Gobierno conservador está aplicando (igual que otros países europeos) una política de ajustes económicos que incide directamente en los programas de asistencia social. Los disturbios comenzaron hace ya tres días en Tottenham, donde la chispa que provocó el incendio fue la muerte de un joven afrobritánico (Mark Duggan), y se han extendido ya a zonas como Brixton, Enfield, Islinton y, desde ayer, al Sur y Este de la ciudad. En todas estas áreas se repite el mismo cóctel explosivo:marginación racial, pobreza, fuerte presencia policial y los ingredientes usuales de los estallidos de descontento. Hasta ahora, los enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas del orden han dejado un saldo de 55 detenidos y 26 heridos y han mostrado una cara de la capital del Reino Unido alejada de la placidez turística que acostumbra ser habitual en estas fechas. Algo grave está ocurriendo en la sociedad británica cuando la muerte de un supuesto delincuente provoca saqueos, destrucción y nihilismo callejero. Todavía es pronto para hacer un diagnóstico fiable de la situación, aunque parece evidente que el malestar social está en la base de las revueltas londinenses. Las políticas de ajuste económico, provocadas por la actual crisis y demandadas por los mercados internacionales, también tienen este reverso oscuro: la violencia urbana.

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