Desde mi córner

Luis Carlos Peris

En el drama también cabe lo ridículo

INMERSOS en un bochorno tan esperado como insoportable me pregunto que a quién hay que sancionar, quién es culpable de que el coliseo azulgrana registrase tan incalificable acción como fue la pitada al Rey y al himno nacional. Como en Fuenteovejuna, todos a una, o casi todos. ¿Sancionar a los clubes por la actuación de algunos de sus aficionados? Aunque tanto Athletic como Barça miran hacia otro lado tampoco parece que sean culpables.

Y la verdad es que la causa viene de muy lejos para demostrar que España dejó de ser una unidad. Unidad de destino en lo universal que en cuarenta años se ha ido literalmente al carajo. Dolorosamente, este país aún llamado España no suele sacar conclusiones de la historia por lo que periódicamente está condenada a repetirla en sus capítulos menos agradables. ¿Culpable? Esa clase política que terminará dándole la razón a los que abominaron en su día de los políticos.

Los pitos al Rey en su presencia no es más que un rapto de mala educación y eso viene de lejos, sobre todo de una enseñanza torticera que empieza con que el Ebro es un río catalán que nace en tierras extrañas y que acaba quemando una bandera rojigualda. Todo tiene su porqué y tampoco hay por qué añorar aquellas finales en que tanto vascos como catalanes escuchaban el himno con el saludo fascista, pero alguna medida habrá que tomar para que no haya bochornos así.

Y la parte cómica de la noche vino por la intentona de linchar a Neymar a causa de un jugadón sólo al alcance de los futbolistas buenos. Qué ridículo el cabreo de algunos leones por el sublime sombrero del paulista a un tal Buskinza. Lo califican de humillante cuando fue un intento de desbordar sólo al alcance de gente tan superdotada para el fútbol como el barcelonista. Y es que en todos los dramas surge lo cómico o lo ridículo, pues esto fue tan ridículo como un drama el resto.

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