Tribuna Libre

Juan Antonio Vital Santos

Sacerdote

La escuela concertada es pública

La ambiciosa naturaleza de los sectores de izquierdas de este país no deja de presentar una batalla sin cuartel contra los elementos más básicos de cualquier democracia. Estamos ante una anomalía exclusiva que legitiman procesos de pensamientos de carácter absolutista con un giro contrario a que nuestra democracia tenga una base racional proyectando, en todo lo que tocan, un cierto fanatismo, egoísmo y violencia rebasando los límites de la verdad y generando un malestar que nuestra sociedad no vive.

El ataque frontal a la escuela concertada es en cierta forma el colapso de las ideas democráticas y de sus fuentes de legitimación intelectual y política. Hablan de igualdad y libertad mientras quieren destruir espacios de libertad que nuestra sociedad se ha ganado por propio derecho. Mienten cuando fundamentan que la escuela concertada es un privilegio para unos cuantos y que va a en contra de la pública, que le quita recursos, alumnos, etc.

Toda esta suerte de mentiras tienen que ser repudiadas por distorsionar de forma jerarquizada nuestra realidad educativa. La escuela concertada, como tal, es escuela pública. La educación pública en este punto la podríamos clasificar en dos formas de ofrecer este servicio a la sociedad, la de los centros estatales, que gestionan la Administración directamente y los centros concertados, que son gestionado por delegación a otras instituciones.

Este sistema educativo garantiza un aspecto esencial: la libertad. La educación se tiene que revestir de argumentos antipopulistas y de los múltiples registros demagógicos que no dudan en considerar enemigos a quienes no piensan como ellos.

Las mentiras que utilizan ciertos sectores, que se denominan progresistas, con su arsenal dialéctico con el que destruir y corromper nuestro sistema educativo, es la prueba más significativa de la anomalía intelectual en la que viven. Y en la que quieren que vivamos todos. Su pensamiento revestido de políticas sociales y públicas es en el fondo un simulacro de una sociedad más justa y más igualitaria al que nunca llagaremos porque falta lo más esencial la libertad.

Este sistema que desde el Gobierno central nos quieren imponer fabricando nuevos marcos culturales para que definan nuestra vida cotidiana sin tener encuentra a los ciudadanos y los problemas reales que tiene la Educación debe ser rechazado. Como diría Foucault, nos han normalizado sin consultarnos. Y eso no puede suceder.

Los padres y toda la comunidad educativa deben rebelarse en contra de esta intromisión ideológica en la que pretenden manipular con fines partidistas nuestra educación. Los padres y profesores deben decir basta. La escuela concertada y la estatal no pueden ser puestas en duda. La libertad de los padres de elegir el centro que deseen es un síntoma de salud democrática y de una madurez cultural que puede ser un modelo ejemplificador para otros países. Y, por lo tanto, los profesores no pueden dejar de defender el derecho que tienen los padres para elegir el tipo de educación. Porque a los hijos los educan los padres y no el Estado.

¿Acaso no son también los profesores de nuestros colegios padres que se preocupan por la educación de sus hijos? Por lo tanto, es necesario más que nunca defender el derecho de los padres a elegir el centro educativo que deseen. La zona única, como sucede en Bachiller o en la Universidad, es la mejor forma para garantizar este derecho.

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