¡T REMENDA la imagen! Mi amigo no daba crédito a la foto del Diario en la que se ve a dos personas en plena pelea en el recinto ferial. Claro que tampoco daba crédito a que tuviesen la cara 'tapada'. ¡Ya estamos otra vez! me espetó. Desde luego, no tengo más remedio que coincidir con él y lamentar que sólo se vea la cara y con nombres y apellidos de aquellos que por un motivo u otro han conseguido cierta relevancia. En cambio, cuando se detiene a quien cometió un delito o a los agresores de dos policías en la feria se les denomina por las siglas. ¿Qué problema hay en que sepamos quién es? ¿No es mejor que les veamos la cara? Quizás de esa manera todos estaríamos un poco más protegidos, pues si me cruzo con quien ha sido capaz de darle un navajazo a un policía o fastidiarle un ojo a otro, me cambiaré de acera y supuestamente estaré más seguro ¿no? Claro que seguros, seguros estaremos cuando ellos estén donde deben estar.

Y es que hay gente que tendría que tener prohibido el alcohol. Mi amigo no encuentra razón alguna para que cada año con mayor intensidad las luces de las ambulancias parezcan un elemento más del decorado de la Feria. Lo de este año desde luego va a ser para premio, ¡qué barbaridad! Alguien se supone que deberá tomar nota y hacer algo para evitar que un día la tajá deje de convertirse en un disgusto para ser causa de una muerte por coma etílico o como resultado de una bronca (además a ver si alguien mira las edades a la hora de servir… ¿qué sí?... ¡anda ya!)

Es cierto que donde hay tanta gente habrá barullo y puede haber problemillas, pero cuando las ambulancias, por su frecuencia, parecen una atracción más, algo habrá que cambiar para prevenir que algún día tenga que entrar un coche de los que ya no llevan sirena. La botellona sigue presente y cada vez peor. Negarla a nada conduce, pues es cierto que si bien ahora no hay un sitio en la Feria que parezca un gueto, también lo es que ahora a determinadas horas, toda la feria es… ¡un enorme botellón!