Desde la espadaña

Felipe Ortuno M.

Talibaña

AFGANISTÁN no está lejos, lejos… emulando el canto de Alberti: "Sevilla está lejos, lejos, en la otra punta de Europa…" La conquista talibán, que tanta repulsa nos causa y tanto horror ha traído al mundo, se sitúa en las mentes con mucha más extensión que en la geografía. Lo geopolítico o geoeconómico o geodésico o geo-loqueustedquiera también está, sobre todo, ubicado en lo geo-ideológico de los hábitats más prójimos. Los Balcanes, que fueran causa de tantos conflictos desgraciados, tampoco están lejos. Los nacionalismos étnicos, que llevaron al ser humano al paroxismo de su animalidad patológica, andan enseñando la zarpa de la irracionalidad por la maltrecha piel de toro nacional. Oigo los mugidos desesperados del totémico animal. Hay un lugar en el que el cretinismo político de los mediocres ostenta el poder absoluto con ausencia absoluta de crítica, un lugar separatista, sin lucidez intelectual alguna, en el que la educación es ejercida por el sectarismo de 'madrasas': adoctrinamiento político y falseamiento torticero de la historia, odio a todos los que no permiten el pensamiento único impuesto. Intuyo que la 'noche de los cristales rotos' pueda volver a reproducirse con el señalamiento de los maquetos o charnegos. El Honorable Parlament del 'procés' o la Eusko Jaurlaritza, que con tantas ínfulas reclaman el derecho a la independencia, no son capaces, sin embargo, de respetar el mínimo derecho de los ciudadanos a rotular el negocio en hebreo, - ¡perdón! - en castellano, o señalarse con la insignia nacional, tan opresora.

Existe el 'burka'. Se lo han tenido que revestir los negociadores políticos de nuestra democracia idiotizada. El Art. 155 ha sido un derroche tan vano como huero ha resultado el intervencionismo internacional de Afganistán; con la diferencia de que aquí los tontos han sido más listos y se han embolsado en crudo las plusvalías de cada negociación, como si no hubiera pasado nada. Aunque esto no es de ahora, que viene la cosa (ab initio) desde el mismo instante en que se comenzara a redactar la insípida Constitución. Gobierno tras gobierno (nulla exceptione) han ido moldeando la nueva Talibaña. La manzana podrida ha contaminado los fueros, y así andamos ahora, cada cual, por sus fueros, sin que se tengan visos de enmienda alguna. Lehendakarismo, Pujolismo, Tripartit y Procés, subvencionados por el Resto de Israel, victimizan su postura, cuando la realidad es bien otra: que somos, los demás, las víctimas propiciatorias y paganas de su sectarismo. Todo al revés. Los independentistas no niegan el diálogo, si hay previo reconocimiento de legitimidad en su pretensión separatista (parecido a los que los talibanes piden en Afganistán) Concesión sí o sí, o también. Buena estrategia si no fuera porque es una burda trampa chantajista. Diálogo: ¿Concedes o disparo? Aquí Talibaña. Me río yo de Afganistán, con perdón.

Las libertades están siendo conculcadas. 'Para ir a casa quiero ser libre, no valiente'. Así leí, antes-de-ayer, mientras paseaba, en una sutil pintada sobre el suelo de Puerto Real. Porque, si te descuidas, te las dan todas en el mismo moflete: los okupas tienen más derechos que tú en tu propia casa; los ladrones son objeto de respeto si les encuentras dentro de tu domicilio; la escuela de tus hijos te la elige Talibaña; la libertad de elección en la educación de tus retoños queda a merced de Celáa; el patrimonio heredado pertenecerá, tarde o temprano, a la augusta hacienda; la luz - ¡oh divino tesoro!- un bien preciado que servirá para iluminar la papeleta del voto que dará pié al borceguí de quien la reciba… Y así, con taimado proceder, hasta derribar las cruces que ofenden a chiitas y sunitas, con el máximo respeto al respecto, ya que soy de la escuela de Gamaliel.

¿Entiendes Fabio lo que voy diciendo? Talibaña está aquí, al lado mismo de tu televisor, que insiste en proyectar los problemas más allá del plácido y opiáceo sillón en el que te duermes satisfecho. Y tú, y yo, y todos, vociferando contra el talibanismo emergente del distante Afganistán ¡No hay derecho a que haya ese retroceso y conculcación de los derechos humanos! Y, mientras ellos imponen el derecho dentro del marco de la Sharía, aquí nos fríen a impuestos, recortan salarios, imponen pensamientos, inventan lenguajes correctos y nos visten el alma con el burka invisible de una ideología talibán. Si disientes, desiste. No hay otra.

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